Blog de Carlos J. García

El paidocentrismo o el fraude a la infancia

Uno de los factores que caracterizan al humanismo ateo contemporáneo como ideología mundialista es el antropocentrismo subjetivista dirigido a idolatrar al ser humano al que sitúa por encima de todo. Se trata, por tanto, de una antropolatría.

Es obvio que dicho humanismo incluye un factor de seducción sobre todos los miembros de nuestra especie a los que benigna indiscriminadamente y lo inserta como parte esencial de su doctrina demagógica.

Ahora bien, a los niños y adolescentes todavía les da un trato más especial, hasta el extremo de que uno de los puntos fuertes de su ideología es el paidocentrismo, consistente en atribuirles cualidades, capacidades, derechos, identidades, poderes, etc., mucho mayores y mejores que los que reserva para los adultos, cuyo mejor destino es infantilizarse, aparte su radical desprecio a las personas mayores.

Dicha ideología es totalitaria en muchos sentidos y también se refleja en todo lo relativo a la educación. Dicho antropocentrismo contiene, como los totalitarismos estatales del siglo XX, el componente trascendental de perpetuarse sine die implantando una determinada mentalidad igualitaria desde la más tierna infancia.

Los niños no solo aprenden que, como seres humanos que son, están por encima de todo lo demás, sino además que, como niños que son, están por encima de los seres humanos adultos de los que proceden. Se sitúan, de ese modo, en una posición que raya con la divinidad.

Cabe decir que, en muchos entornos familiares, sociales y escolares, los que mandan e imponen los usos, reglas y actividades son los niños. De ahí que en la práctica hay importantes sectores sociales que están bajo una forma de gobierno novedosa: la paidocracia. Esta incluye, obviamente, un sector efebocrático a cargo de los adolescentes.

Así, los miembros menos capacitados de nuestra especie (niños y adolescentes), se han elevado al umbral máximo de la pirámide social de la antropolatría humanista y han accedido, gracias a los infinitos derechos que se les han regalado, a ejercer el poder sobre la totalidad de la población.

Su primer derecho es el derecho a no ser educados, ni en sus familias ni en los colegios o escuelas, ni en cualquier ámbito social en el que procederá hacerlo.

La educación es una tarea molesta que, caso de efectuarse, han de sufrir tanto los docentes como los discentes, lo cual, en ambos casos, aunque de maneras diferentes requiere alguna clase de vocación o, al menos, de voluntariedad. Desasnar al asno, en esencia no es una de las tareas más pacíficas que se puedan intentar.

La educación puede ser fundamentalmente la absorción de muchas experiencias de la atmósfera familiar, incluyendo en ciertos casos, la constitución personal y, por lo tanto, moral del sujeto y, además, en algunos y selectos ámbitos académicos, colegios o escuelas, la formación intelectual que desemboque en un ser intelectualmente independiente o inteligente, que pueda disponer de sus funciones superiores al servicio de descubrir la realidad y conformar sus creencias a ella.

Si todo eso ocurre estaremos ante un ser humano capacitado para vivir con independencia, autonomía, disponer de formas de coexistencia no destructivas, e incluso servir como posible autoridad y ejemplo educativo.

Sin duda ese proceso formativo puede atravesar terrenos áridos, momentos de cierto sufrimiento, altibajos, etc., pero todo eso, simplemente, es parte de la vida.

Cuando a los niños y adolescentes se les proyecta una imagen de que son lo que no son: sabios, capaces, independientes, libres, superiores a los adultos, autónomos, etc., todo ello por medio de una manipulación seductora, se les condena intencionalmente a que jamás lleguen a ser todo aquello deseable que todavía no son. Se aborta su propio desarrollo, se les esclaviza a ser mera masa poblacional, a la incultura, a la ignorancia y, también, a sufrir su propia identidad narcisista de por vida, a depender intensamente de todo lo exterior y a ser totalmente manipulables creyendo que no lo son. Además, muchos de ellos sufrirán serios problemas de personalidad y de convivencia.

Ese modelo es el paradigma del nuevo ser humano del humanismo antropocéntrico al que lo único que le interesa es llegar a convertirse en el totalitarismo definitivo.

Los colegios diseñados por la pedagogía moderna parecen colaborar en la liquidación de cualquier atisbo de instrucción intelectual y en ser mera extensión de los medios de comunicación y las redes sociales, es decir, atmósferas idóneas para el adoctrinamiento ideológico, al tiempo que se inhabilita la posibilidad de una formación que les capacite para el pensamiento crítico de cualquier deriva política o social de tipo totalitario.

Cada vez se parecen más a salas de juego o entretenimiento, a parques de atracciones, a ejercer supuestas libertades que nunca tendrán, a centros de reproducción de mantras ideológicos y, sobre todo, a centros que les hagan olvidar la edad que de verdad tienen y todas las obligaciones cuyo cumplimiento se les está hurtando, en manifiesto menoscabo de su propio bien.

La disciplina, uno de los ingredientes necesarios para la educación está prohibida, no solo en los colegios, sino también en sus casas. Cualquier reprimenda que reciba un niño puede ser el origen de que éste acuda a los poderes públicos para denunciar al progenitor o al docente y, de hecho, ya está ocurriendo y va en ascenso.

En general, los niños están encantados de no ser educados, de no tener deberes sino derechos, de hacer solo lo que les apetezca, de no soportar ninguna frustración por pequeña que sea…, todo ello producto de una inercia biológica que, en este caso, se atiene al principio del placer, lo cual demuestra su radical inmadurez para tener alguna opinión fundada acerca de cómo debería ser una educación buena para ellos.

La estrecha percepción infantil de la realidad es un acomodo perfecto para que adquieran una autonomía inmadura plagada de determinantes hedonistas, que impiden la formación y desarrollo de personalidades sanas, equilibradas y benéficas para ellos mismos y para el conjunto poblacional.

La generación de acciones, sentimientos, pensamientos y voluntades, cada vez se ubica más en el ámbito mínimo del sistema de creencias infantiles, algunas extremadamente irreales, que conducirán al niño al estancamiento de su propio desarrollo, sin que nadie pueda abrirle la mente a la realidad de lo que le espera en un futuro cercano.

Los propios niños ni siquiera son conscientes de que en pocos años tendrán que vivir como adultos, etapa en la que perderán, junto a todos los derechos que de momento disfrutan, cualquier oportunidad de adquirir la buena formación que se les ha sustraído.

En vez de permitir que sean formados por sus progenitores y algunos de sus maestros, se les pone dentro de una atmósfera doctrinaria en la que, por un lado, impera el hedonismo, por otro el cultivo de una soberbia inaudita, por otro más, su exposición a los contenidos doctrinales del mundialismo como son la ideología sexual y reproductiva, el materialismo supuestamente naturalista, los tópicos climáticos, etc., y, sobre todo, el desprecio a la historia, a sus ancestros, y a todo lo que no sea contemporáneo y/o supuestamente futuro.

Se les hace creer que saben lo que no saben y que, lo que saben, es lo que único que hay que saber, y, además, que cada uno de ellos sabe infinitamente más que cualquier adulto. Esa soberbia cognoscitiva es la garantía absoluta para que su ignorancia, su incultura, su inmadurez y su impersonalidad, queden establecidas de forma constante durante su vida y constituyan futuras poblaciones fácilmente manejables.

Se trata de una soberbia colectiva instalada en varias generaciones de los nacidos en esta época, que viene sustentada en el infundio de que viven en el mejor de los mundos posibles dado que todo tiempo pasado fue peor.

Esa soberbia es producto de la ingeniería social que aplica la seducción, la benignación arbitraria e igualitaria de todos aquellos que son menores de edad, el desprecio estructural a todos los que sean mayores de edad y, en especial, de la atribución de poderes a los niños para que puedan imponerse sin mayores problemas a quienes de verdad quieran su bien.

A todo esto, hay que agregar todos los juegos y juguetes derivados del desarrollo de las tecnologías de la información, móviles, videojuegos, etc., en cuyo uso disfrutan de poderes imaginarios sobre escenarios de “realidades virtuales”.

Se están fabricando generaciones en las que se concentrará la tormenta perfecta: 1) Creer en las relaciones de poder, 2) Creer que tienen poder, 3) No tener ningún poder, 4) Creer que saben mucho sin saber nada de lo que de verdad importa, y 5) Vivir en formas de esclavitud asumiéndolas como si fueran las condiciones normales de la vida.

Ahora bien, fabricar todo esto responde a una receta extremadamente sencilla: «Disfruta de todo lo que te produzca placer de forma ilimitada; disfruta de tu libertad sin restricciones de ningún tipo; créete que eres infinitamente valioso, culto y apto para la existencia; no obedezcas a nadie que te quiera imponer acciones que tú no quieras hacer…»

Es obvio que, el grado de conflictividad interpersonal y social que puede llegar a producirse en poblaciones en las que el porcentaje de individuos de este tipo sea elevado, puede llegar a ser extremo, lo cual no debe considerarse un mero efecto colateral de algún fin menos perjudicial que tenga la ingeniería mundialista, sino como uno de sus fines principales. Con este tipo de poblaciones será muy difícil que emerjan sociedades cohesionadas que puedan estar unidas ante futuras tiranías.

Las evidencias actuales de esa tiranía infantil, que es mero instrumento de la verdadera tiranía humanista que podemos ver en todos los ámbitos, son continuas. Cada vez que vemos en una película al niño mimado diciéndole a su padre “¡me lo prometiste!”, a una hija dándole un manotazo al padre para quitarle un alimento de la boca por tener “colesterol”, a un/una adolescente regañando a su padre o a su madre por irse a trabajar o efectuar acciones que a él/ella le parecen mal, a uno de ellos dejando plantado al progenitor con la palabra en la boca o desoyendo cualquier orientación o consejo que un adulto les ofrezca, eligiendo profesión con total convencimiento de que sabe algo de lo que supuestamente elige, optando o eligiendo entre múltiples posibilidades que se ponen a su alcance en vez de atenerse a lo que hay, exigiendo que se respeten sus derechos, echando un pulso a sus padres, etc., estamos ante manifestaciones de lo mismo. Les están enseñando a marginar, despreciar y liberarse de quienes podrían y deberían ser sus verdaderos formadores.

11 Comments
  • JFCalderero on 01/04/2019

    Paidocracia, nefasto sistema de gobierno que puede ocasionar graves daños.
    Gracias por hacerlo visible.
    Saludos muy cordiales,
    @JFCalderero

    • Carlos J. García on 03/04/2019

      En realidad se trata de un sistema oligárquico organizado por un único poder mundial que secciona la sociedad, dota de cierto tipo de poder a cada sector, los contrapone y genera todo tipo de conflictos que reducen al mínimo la noción misma de sociedad unitaria orientada al bien común.
      Gracias por tu comentario.

  • Ignacio Benito Martínez on 02/04/2019

    Tremendo tema creerse los reyes del mundo sin saber que les están dirigiendo su vida desde fuera. Lo de la escuela de hoy en día es tremendo, increíble. Los colegios de hace 30 años no tenían nada que ver con los de ahora. Si has conocido ambos momentos, es difícil dar crédito del declive de la educación en España. Ahora son más guarderías en las que ofertan actividades de ocio y tiempo libre, que sitios en el que aprender los conocimientos básicos que son imprescindibles para la vida. A partir de adquirir estos, el ser humano puede crecer, sino dificilmente.
    Artículo muy claro.

    • Carlos J. García on 03/04/2019

      Como maestro que eres no debes tenerlo nada fácil, no ya en la actividad docente, que también, sino por tener que comulgar con ruedas de molino ateniéndote a unas directrices políticas incompatibles con las verdaderas finalidades de la educación.
      Las tornas se han invertido y ahora son los niños los que reeducan a los maestros para evitar que les eduquen a ellos, haciendo uso de su nuevo derecho a la ineducación y contando con el respaldo frecuente de progenitores que solo quieren “títulos” para sus hijos, en vez de hijos formados.

      • Ignacio Benito Martínez on 18/05/2019

        A los padres solo les importa la nota. El conocimiento y la sabiduría son principios caducos para la inmensa mayoría. Ahora se reducen los temas de 15 a 12 en Matemáticas y Lengua Castellana, por ejemplo. Pasamos de un temario de 275 páginas a 222 en ambas materias. Y cada vez más necios, lo que le interesa al poder.
        En la actualidad solo queda una editorial que mantiene un poco la dignidad, bastante criticada por sus principios religiosos.

  • Francisco on 03/04/2019

    Un asunto muy penoso establecido por la ingería social y que yo iba observando en mi vida cotidiana sin ponerlo en un plano consciente. Gracias Carlos por haberlo hecho visible.

  • Ana on 14/05/2019

    Hola Carlos! Muy interesante. Al respecto, me gustaría saber qué opinas de tres de los enfoques pedagógicos que están tomando fuerza hoy en día, que hay personas que tienden a aunarlos, y yo considero muy diferentes:
    – El enfoque de la pedagogía activa de rebeca y Mauricio Wild
    – El enfoque de la pedagogia Waldorf
    – El enfoque de la Pedagogía Montessori.
    Gracias y un abrazo.

    • Carlos J. García on 14/05/2019

      Sé que lo que pienso al respecto no es lo que actualmente se lleva. Comparto con Sánchez Tortosa la impresión de que la pedagogía derivada de la Ilustración y aplicada cada vez con mayor amplitud e intensidad parece funcionar más como una herramienta política que como una verdadera disciplina de investigación educativa. La figura del maestro no debe quedar, en importancia, por debajo de métodos, enfoques, leyes… ni mucho menos por debajo de la del niño. El maestro es el fundamento de la educación.

      Por otro lado, hay varios terrenos en los que sucede la educación y se refiere a distintas áreas. En el mundo antiguo la educación intelectual estaba a cargo de maestros privados que solo podían costearse la gente rica, pero era de una calidad excelente. El resto, aprendía a vivir dentro de sus familias y aprendía oficios teniendo a los padres como modelos ejemplares a los que imitaban en muchos aspectos. Además, estaban los gremios en los que se desarrollaban aprendizajes más especializados e impartían grados relativos al nivel de desempeño…

      Fue un avance importante la idea de dar educación general básica a todo el mundo, pero sin insertar el patrón de igualar a todos los alumnos, ni tampoco el de adoctrinar en contenidos dictados políticamente. En mi opinión la educación universal es fundamental, pero eliminando la irrealidad que implica la igualación de los alumnos y los sesgos doctrinales de cualquier tipo, al tiempo que se sostiene un nivel de exigencia educativo medio-alto.

      No soy muy partidario de los colegios privados, aunque en ocasiones puedan ser necesarios debido a que los públicos no efectúen bien su función debido a influencias políticas y a situaciones legales absurdas.

      En cuanto a los tres métodos educativos que mencionas, la pedagogía de Rebeca y Mauricio Wild, la secta de Rudolf Steiner y el método Montessori, solo te puedo aportar una muy mala impresión de la Waldorf por su dimensión espiritualista sui géneris (edifican templos, tienen su profeta, ven en Goethe a su Dios…).

      En cuanto al enfoque psicológico de Rebeca Wild no está desencaminado, aunque carezco de datos prácticos de sus resultados escolares.

      Al respecto del método Montessori tengo la impresión de que el diseño artificial del colegio, el aula, los materiales, etc., todo ello perfectamente controlado, dista mucho de poder aportar las dificultades naturales, accidentales, etc., del mundo real, aunque su punto fuerte parece ser el desempeño de sus funciones cognitivas. En particular me da la impresión de ser una metodología acorde con niños que tuvieran dificultades especiales de desarrollo y que acomoda el ambiente al niño de forma excesiva.

      En general, creo que es un error la eliminación de la memorización de datos, la supresión de libros de texto, el exceso de materiales plásticos, etc., para potenciar casi exclusivamente las actividades orientadas al desarrollo sensorial, lógico, experimental, etc.

      Además, a los niños no se les debe poner como el valor central de la educación, en el sentido de “todo diseñado para ellos y al servicio de ellos”, sino como partes de un mundo en el que están inmersos y en el que deben desarrollarse y adquirir su autoestima, tanto por sus propios medios, como por la guía del maestro.

      Los contextos educativos deben plantear dificultades, esfuerzo, deberes, exigencias, etc., adquisición de información sobre el mundo, todo ello con cierto grado y medida, y no solo mediante experiencias, sino, también, con actividad teórica propiamente dicha.

      Muchas gracias y otro abrazo para ti.

  • Elia on 18/06/2020

    Nuestra hija fue a una guardería Montessori y gracias a Dios que la hemos sacado… un curso escolar fue suficiente. En poco tiempo tuvo un montón de infecciones de orina (se supone que se tienen q limpiar solos cuando van al baño) volvía con la caca pegada a las braguitas cada día, la ropa manchada ( no usaban el babero que le ponïamos para la hora de comer (ni que decir la cantidad de ropa q se echó a perder) los pantalones y los zapatos puestos del revés (todo el día, con lo perjudicial q es eso…) hablamos con la directora y nos decía “aquí los niños a trabajar, no es nuestea función limpiarlos ni vestirlos, tienen q hacerlo solos (en serio??? Con 2 años???) nadie me explicó q había q hacer un entrenamiento militar para poder ingresar en la academia Montessori!! Además, fue perdiendo espontaneidad y creatividad con los meses, se volvió más tímida y muy estricta. Sentaba a sus muñecas y les decía “aquí venimos a trabajar, no a jugar” si no trabajas y lo usas así, te lo quito. Y nos decía “no habléis en la mesa. Callad, en la mesa no se habla!” Dejó de hacer siesta en la escuela, se ponía muy nerviosa, no le permitían su muñeco ni chupete para dormir. Nos decía la profe “es una chica mayor y ya no necesita doudou ni chupete. Los niños Montessori se duermen solos, como la gente mayor. Mejor no sigo. No entiendo mucho esta moda. Con razón íbamos viendo que los niños se marchaban a mitad de curso… a los dos meses, uno, en Navidad otro que no volvía, en pascua dos más. Nosotros aguantamos hasta finales de abril, y después de mucho hablar con las profes y la directora para ver si se podïan cambiar las cosas. Ya que veíamos a nuestra hija desatendida. Ahora va al público delante de casa. Juega, ríe… no cuenta cadenas de bolitas, ni prepara el té. Ahora hace cosasde niña normal, como jugar con tierra o usar un lápiz como si fuera un avión. Gracias a Dios que lo dejamos. A mí no me basta con unos bonitos materiales de madera. Necesito que cuiden a mi hija, y que no antepongan el método (de hace más de 100 años) a sus necesidades de bebé (tenía 2 años) ahora ya casi tres, ya es una niña, pero entonces no lo era y esto como madre me afectó bastante.

    • Carlos J. García on 19/06/2020

      Yo soy partidario de que en la primera etapa educativa, al menos hasta los cinco años, los niños se formen en convivencia con los padres, aprendan de ellos y los tomen como modelos o causas ejemplares, y a partir de ahí, esa educación básica y fundamental se amplíe al colegio a lo propiamente académico y en lo relativo a la socialización y la necesidad de interaccionar con sus pares.
      A los niños no se les puede tratar como si fueran autónomos e independientes desde que nacen, sino que hay que entender que, en el proceso hasta conseguir que lleguen a serlo, necesitan padres, madres y maestros que les traten como tales niños según su edad y condición.
      Es obvio que llevar a los niños a las guarderías es hacer de la necesidad virtud a causa de la mutación de la vida de las familias hacia modelos en los que prima la productividad laboral y económica para la que, en muchos casos, hace falta que trabajen ambos padres.
      Espero que tu comentario sirva para que los padres que piensen en llevar a sus hijos a jardines de infancia, guarderías y centros similares basándose en la publicidad que emiten, tengan la precaución de informarse de las experiencias que hayan tenido otros niños.
      Me alegro mucho de que, sacando a vuestra hija de dicha guardería, se resolviera el problema.
      Muchas gracias por tu comentario.

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