La conciencia tiranizada
La conciencia es una función individual, personal e íntima, que cumple el papel de hacer posible que el yo sea informado y, a partir de ahí, abrir el campo de posibilidades que le permite conocer, valorar, decidir, elegir, hacer, y, fundamentalmente, ser sujeto de su propia existencia.
La conciencia tiene dos facetas de aprehensión de realidad. Por medio de dicha función el yo es consciente de algo exterior y, también, es consciente del propio ser. Tan esencial es tener conciencia de uno mismo como tenerla del mundo que nos rodea. Ahora bien, la conciencia no es siempre conciencia de realidad ya que el objeto del que se tiene conciencia es dependiente de la veracidad o falsedad de las ideas formadas, ya sean por conocimiento, o por alguna variedad de pensamiento o percepción no fidedignos de su posible referente real.
Cuando el sujeto cree que una idea es verdadera por atribuirle fundamento real, no siéndolo, se pierde la conciencia de realidad al tiempo que cree disponer de ella.
Además, la conciencia de realidad necesita fundarse en un conocimiento, lo más amplio que sea posible, para que el yo esté bien informado y capacitado para llevar a cabo una existencia en la realidad. Es necesario, tanto en el caso del conocimiento referido al propio ser que, para lo que nos ocupa, se puede entender como la identidad personal, como en el del conocimiento del mundo, sus estados de cosas, situaciones y circunstancias, contextos en los que llevará a cabo su coexistencia.
La conciencia debería estar ocupada por todo aquello que sea relevante para la propia realización, la existencia y la vida, y, sobre todo no desperdiciarse conteniendo, todo tipo de irrealidades, falsedades y fantasías, que reporten comodidades o placeres cortoplacistas, y que generan serios problemas a medio y largo plazo.
No obstante, debemos agregar otra dimensión de los objetos de conciencia que es la temporal. La conciencia no solo es de objetos presentes como son las sensaciones, las percepciones o los pensamientos, sino que, también lo es, de recuerdos extraídos de la memoria, y de ideas que anticipan o prevén elementos futuros.
Dicha dimensión temporal es indispensable para dar cuenta de manera consciente de la característica de la realidad que se refiere a su propiedad generativa —morfogenética, productiva y evolutiva— dentro de la que cabe incluir la estabilidad y desarrollo longitudinal de la identidad personal.
La conciencia personal es la piedra angular de lo que podríamos entender como la libertad individual pero, si esa es la cara de la moneda, su cruz consiste en menoscabar su amplitud y su calidad entendida como conciencia de realidad del propio ser y de su entorno.
En la actualidad estamos viviendo una época en la que, el mayor poder contemporáneo, tiene como objetivos, la anulación, reducción, tergiversación y, en general, vaciamiento de realidad de la conciencia de todos los que componemos la población general, salvo las propias elites.
De ese modo, dicho poder no solo pretende impedir que tengamos una visión clara de las operaciones destinadas al triunfo de su tiranía sino, también, debilitar nuestra sustantividad personal que está fuertemente vinculada con la propia identidad personal, constituyendo un yo que no nos permita existir como seres reales.
A diferencia de la nueva tiranía, las tiranías clásicas eliminaban o reducían una variedad de funciones vinculadas a la acción, mediante obligaciones o coacciones sobre la existencia, pero se ocupaban en menor medida de controlar la conciencia.
Tales modelos de control directo de la existencia son mucho más evidentes que los referidos al control de la conciencia y, por eso mismo, van perdiendo vigencia. Además esta nueva forma de tiranía se ve facilitada por el desarrollo tecnológico de la revolución digital.
Por si fuera poco, los medios de manipulación de masas que controla dicho poder, unidos a sus esbirros insertos en el sistema político que detentan poderes públicos del estado y que promulgan leyes para la materialización de los fines que les ordenan, se han convertido en el peor enemigo de las poblaciones que desean tiranizar.
Nunca como ahora se ha socavado más la libertad de conciencia de las personas y, de hecho, es el peor ataque que se puede hacer a la integridad psicológica del ser humano para debilitarlo y demoler su ser.
Sumando las propagandas de los medios y las leyes, normas y decretos de los políticos legisladores que traicionan a las correspondientes poblaciones, ya están causando un estado de cosas de enorme gravedad, tanto por la violencia a la que están sometiendo el principio de realidad, la identidad personal y la funcionalidad psicológica de los integrantes, especialmente, niños y jóvenes, como por la destrucción de cualquier forma de armonía social.
Dada la cantidad y diversidad de ataques psicopáticos que caben en la categoría de la conciencia y que se están llevando a efecto, debemos seleccionar y ceñirnos solamente a algunos de ellos.
Una de las facetas más claras en las que se producen ataques a la conciencia que tenemos de ella es la referida a la identidad personal, ya que se trata de un primer ataque, tremendamente virulento, que pretende generar una enorme confusión y desorientación, comenzando en la importante parcela de la identidad psicosexual de quienes todavía no la tienen consolidada.
La identidad sexual está compuesta de tres definidores básicos:
- Identidad de género.
- Orientación sexual.
- Identidad de rol masculina o femenina.
La identidad de género se refiere a la conciencia que tiene una persona de ser hembra, macho o intersexuada, condiciones que vienen dadas por la propia morfología biológica.
La orientación sexual especifica qué géneros de seres (o cosas) producen atracción sexual al sujeto, por ejemplo, heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad, o alguna otra.
La identidad de rol, masculina o femenina se refiere a los papeles existenciales diferenciados, adquiridos del ámbito sociocultural, que se aplican a varones y mujeres respectivamente.
Por lo tanto, la identidad de género, la orientación sexual, y el papel de género, son tres aspectos constitutivos de la identidad psicosexual a los que clásicamente se trataba de hacer congruentes entre sí, y con ciertos atributos del género biológico mediante procesos de aprendizaje familiar y social.
No obstante, igual que una cultura puede tender a hacer congruentes según un cierto orden, estas tres facetas de la sexualidad también pueden tender a hacer los cruces o las indeterminaciones que, la propia cultura o alguna ideología dominante, pretendan hacer con diferentes finalidades.
El plan ideológico que se está llevando a cabo consiste en la disolución de la identidad psicosexual en sí misma, desarraigándola de cualquier anclaje en la naturaleza y funcionalidad diferencial del género biológico.
Si nos atenemos a las definiciones de la RAE, un macho es un animal de sexo masculino (en el entorno vegetal, un fecundador). Una hembra es un animal de sexo femenino (en el entorno vegetal, el que da fruto), y un ser intersexuado el que tiene testículos y ovarios, lo cual da la apariencia de tener los dos sexos.
Por lo tanto, el género viene dado por la biología y, la identidad de género, generalmente y salvo posiblemente algunas excepciones, se aprehende mentalmente muy temprano, de modo inconsciente, en términos de ser niño o niña.
A pesar de esto, lo que se está promoviendo es que cada individuo elija voluntariamente una identidad de género con independencia total del sexo de su organismo natural y con independencia de la historia formativa familiar como factor de gran relevancia en la consolidación de las tres dimensiones de la identidad psicosexual.
En este ámbito, al igual que en otros muchos, se sustantiva la voluntad (como si no fuera efecto de una estructura causal que la precede). Así, dada una estructura ontológica personal con una concreta identidad psicosexual, fundada en la naturaleza orgánica y/o en el desarrollo psicológico en la familia, que es la que da lugar a la producción de voliciones en materia sexual, se invierten los términos y se promueve que sea la voluntad supuestamente libre la que elija una estructura personal arbitraria en lo referido a la sexualidad. Se trata de poner a los bueyes antes que al carro.
Pensemos en cualquier niño o adolescente, desarraigado de cualquier anclaje biológico o familiar, sometido a una manipulación por la que se le lanza el mensaje de que tiene que inventarse su propia identidad psicosexual o, incluso, vivir sin ella.
El resultado será, necesariamente irreal, pues cuando piense en su propia configuración psicosexual ésta será idéntica a la idea o las ideas que tuvo para crearla, lo cual encaja con el ideal del transhumanismo en el que el hombre se inventa a sí mismo al margen de su naturaleza.
En otro ámbito muy significativo, el que se refiere a las relaciones entre hombres y mujeres, como ya expuse en un artículo anterior con el título Qué es el feminismo y qué relación tiene con la violencia de género, nos encontramos con un plan de enfrentamiento de clases de género biológico, plan en el que se especifica, con toda claridad, dentro de los ataques a la identidad personal, la malignidad de la naturaleza del varón en contraste con la benignidad de la mujer.
Dichos dogmas de benignidad o malignidad, no solo son falsos sino que conllevan una imputación gravísima contra la naturaleza del varón y, por lo tanto, contra la identidad personal de todos los varones.
Pero, no es solo que salga malparada la identidad genérica del varón sino que, la benignación absoluta de la identidad genérica de la mujer, unida al movimiento tendente para su “empoderamiento” frente al varón, conlleva incremento infundado de la autoestima y, consiguientemente una alteración de tinte narcisista que falsifica también la propia identidad psicosexual, además de un diferente rasero moral para cada uno de los grupos suscitando un prejuicio de falsa identificación de víctimas y verdugos.
Aparte de estas manipulaciones sobre la identidad en el terreno de la sexualidad, encontramos un sinfín de otras que, siendo aparentemente menos intensas, son extremadamente graves.
Sociológicamente, se está generando un problema de fondo que podemos definir exactamente como una sociopatía poblacional. No se trata de generar sociópatas individuales, sino de enfermar la sociedad rompiéndola en múltiples grupúsculos o categorías enfrentadas entre sí. El ejemplo del enfrentamiento de clases de varones y mujeres, es solo el más llamativo.
Tales enfrentamientos se generan mediante un maniqueísmo estructural que benigna a un grupo y maligna al otro, convirtiéndolos en víctimas y verdugos respectivamente, al peor estilo bélico que se pueda insertar dentro de una sociedad: fascistas contra demócratas; ateos contra creyentes; hijos contra padres; pacientes contra médicos; musulmanes contra católicos; personas de raza blanca contra personas de raza negra; separatistas contra nacionales y estos contra globalistas; presos contra personal penitenciario; jóvenes contra viejos… La lista sigue abierta.
Pero esta táctica del “divide y vencerás” contiene su desgaste añadido, que no es solamente social, sino también personal. Se trata de que todos aquellos que pertenezcan a una de esas categorías enfrentadas, padecerán una malignación de su identidad personal (serán los malos), mientras sobre sus “oponentes” recaerá una benignación artificial (serán los buenos).
Es obvio que esas identidades personales se refieren a simples etiquetados, pero muchas personas caen en la trampa de adquirirlas por el hecho de pertenecer a alguno de los grupos. Esas identidades de pertenencia pueden tener cierto sentido como una parte más de la identidad personal, pero el problema se intensifica cuando se convierten en identidades exclusivas carentes de toda propiedad verdaderamente personal.
Además, tales identidades benignadas van acompañadas de sus correspondientes efectos sobre las sustantividades correspondientes, que se refieren a un incremento de la sensación de poder derivado de la sinergia debida a la pertenencia a un grupo. Tampoco debemos olvidar los beneficios existenciales incluyendo los económicos con los que son premiados los grupos elegidos como “los buenos”. Se sustituye la existencia personal por la pertenencia a una manada —que tan de moda se han puesto dentro de estos procesos revolucionarios.
Otro de los ámbitos en los que la identidad personal está siendo erosionada se refiere al empleo de una maquinaria mediática y legal para atacar nuestra conciencia de la historia reciente.
Mediante la invención de relatos falsos con los que se trata de sepultar los productos de los historiadores verdaderos, se pretende borrar una parte de la memoria biográfica personal negando lo que muchos hemos vivido y conocido directamente, y sustituirlo por una supuesta memoria histórica que es incompatible con nuestra propia experiencia. Este terreno, desconocido por los jóvenes, se torna especialmente violento en las personas de más edad cuyos recuerdos son puestos en duda bajo el constante bombardeo ideológico que niega que hemos vivido lo que sí hemos vivido y que afirma que sí hemos vivido lo que no hemos vivido.
Este ataque referido a cambiar el pasado para controlar el presente, tan utilizado por el marxismo desde hace muchas décadas, también se amplía a toda la historia nacional, incluso tratando de suprimir toda la historia de España anterior a la Constitución de Cádiz, lo cual priva de una raíz importante de los significados que pueda tener el conocimiento de haber tenido un tronco cultural muy antiguo y digno de ser tenido en cuenta.
En general, aparte de otros factores, la conciencia de realidad de la que pueda disponer cualquier persona, dependerá de la amplitud del área de extracción de información verdadera que tenga o ponga a su alcance, de su propia disposición para adquirirla y de su esfuerzo para procesarla reflexivamente.
Además, hay otro componente de la sustantividad personal, añadida a la función de la conciencia, conocido tradicionalmente como “conciencia” que implica la aplicación de un criterio interno de distinción bien/mal a cualquier hecho o acción humana susceptible de ser juzgado de tal modo.
Étienne Gilson[i], ha dedicado considerable trabajo a exponer las nociones de «libre albedrío» y de libertad. La participación de una voluntad autónoma y del intelecto, o la razón discursiva, en la determinación de la acción, ponen al hombre en un plano de responsabilidad que es tanto mayor cuanto mayor sea su conocimiento racional de las elecciones que haga. Según Gilson, el pecado, visto como una rebelión contra el orden divino, es tanto más grave cuanta mayor sea la conciencia que el individuo tenga de estar atentando contra dicho orden. Su ejecución es imputable a la libertad humana de hacer el bien o de hacer el mal, aunque ofrece la perspectiva de que hacer el mal conlleva una pérdida de libertad y de felicidad.
De modo bastante general, se dice que sin «libre albedrío» no hay moral o que la moral precisa de la existencia de libertad de elección de las acciones. Se dice que de no haberlo, la responsabilidad moral desaparece.
Si esto es así, la supresión de dicha facultad de la sustantividad humana, implica una renuncia a un factor fundamental del autogobierno y un sometimiento mucho más fácil a la tiranía. La conciencia real del bien y del mal es, quizá, la única manera de no quedar atrapados bajo el maniqueísmo ideológico, pero, erradicada la moralidad, se garantiza el debilitamiento de la sustantividad personal.
Esta otra funcionalidad de la conciencia requiere o presupone la primera que es relativa al conocimiento. No se puede juzgar correctamente si no se conoce bien el objeto del juicio.
En cuanto a la conciencia, no de sí mismo, sino del mundo que nos rodea, no solo se reduce ostensiblemente el área de extracción de información verdadera, que es la materia prima del conocimiento, sino que, el hueco que deja, se rellena con información falsa o, también, con un volumen tan ingente de mixtificaciones que su validez para el conocimiento tiende a ser nula.
La parte de la población que tiene el poder de implantar dogmas falsos a una mayoría, mediante el control de los medios de manipulación de masas, también lo tiene para suprimir los accesos a otras fuentes más fiables que se esfuerzan en tratar de emitir información de calidad. Hay magníficos libros que no se ponen al alcance del público en general.
Además, esos dogmas falsos y simplones van acompañados del mensaje inequívoco de que no hace falta saber nada más de lo que tales dogmas contienen. Esa impresión de suficiencia informativa viene respaldada por el hecho de que la mayor parte de la población comulga con tales dogmas y los respalda sin ningún género de dudas.
En la actualidad y desde hace algunas décadas, las áreas de extracción de información de gran parte de la población estaban limitadas a las televisiones, ya sea en forma de informativos, películas series o documentales, a las que se han añadido internet, redes sociales, mensajerías digitales, etc., todo lo cual facilita una amplitud de los mensajes que tiende a su confusión y, por lo tanto, a la unidad de la “opinión pública” producida por los grandes medios.
Por otro lado, las emisiones de los debates con sus correspondientes tertulianos tratan de ofrecer la impresión de que hay mucha diversidad de opiniones, a menudo sobre los temas más peregrinos, pero todo ello no pasa de ser un espectáculo más, informativamente inútil.
Algo parecido pasa con los debates políticos parlamentarios en los que hay un considerable bagaje de consensos, defendidos por la mayoría, que se refieren a los cimientos y pilares de un sistema que alcanza la cima de lo incuestionablemente sagrado. Pero de eso no se habla. Silenciosamente han hecho desaparecer de las reglas parlamentarias todo criterio moral, al tiempo que la verdad ha sido sepultada, lo cual deja expedito el paso a la violencia comunicacional.
La atmósfera resultante de todos estos nuevos usos sociales y políticos no puede ser más turbia en términos de ejemplaridad y trascendencia informativas para el conjunto de la población.
En lo referente a la educación infantil y adolescente tampoco hay buenas perspectivas. La ideología que se aplica incluye los propios dogmas explícitos que contiene, y que atentan directamente contra la realidad, incluyendo el falseamiento de la historia, a lo que se suma un enfoque anti-formativo referido a los papeles que se atribuyen a maestros, padres y a los propios escolares. Tales papeles son los inversos a los que se cumplían tradicionalmente para formar integralmente a los alumnos en orden a hacerse adultos responsables de sus vidas.
El sesgo principal de la nueva orientación formativa reside en imponer, la prevalencia del papel del ser humano como objeto de la mirada ajena, sobre el rol de ser sujeto de la propia existencia. La existencia reducida a ser percibido por una mirada exterior es exactamente la fórmula que da lugar a la histeria como patología definida como no-ser. Si de lo que se trata es de ser visto o de estar en una conciencia ajena, entendidos como un atractor fundamental de la propia actividad, la experiencia interpersonal se convierte en puro teatro.
Si se trata, entonces, no de cobrar conciencia de sí mismo y de algo otro, sino de ser tenido como objeto en una conciencia exterior, el resultado es una actitud opuesta a la de ser y conocer, que revirtiera en ser consciente y vivir siendo una persona libre en vez de estar bajo una tiranía social.
Otra vía por la que se pierde la conciencia de realidad consiste en saturar la conciencia con irrealidades, juegos, fantasías, ficciones, y cualesquiera otra formas de evasión, como son, la del consumo de drogas, el exceso de alcohol (sobre todo si es consumido en masa, como es el caso de los botellones), determinadas formas de música, promiscuidad sexual, etc., todo lo cual viene a ser empaquetado y presentado como si se tratara de una amplísima libertad individual y colectiva. Un hedonismo rastrero, demagógico y liberticida que no parece encontrar oposición alguna que lo contrarreste.
Por último, parece interesante hacer una pregunta sobre la disolución de las sociedades: ¿Es posible que los procesos de descomposición social, que no vengan explicados por causas naturales como pudieran ser, el agotamiento de sus recursos naturales, o por medio de guerras con otros países, emerjan de forma espontánea de la propia sociedad?
[i] GILSON, ÉTIENNE; El espíritu de la Filosofía Medieval; segunda edición; Ediciones RALP, S.A., Madrid, 2004
Muy bueno. Una descripción perfecta de la irrealidad en la que estamos viviendo. Gracias
Me alegro de que te haya gustado.
Carlos. Me parece un artículo excelente este. Engranas a la perfección todas los aspectos del problema que padecemos. Enhorabuena.
Pero dicho eso.. mejor irse ya de vinos y disfrutar de lo que jamás podrán prostituir: de las personas justas y valientes, y de una maravillosa naturaleza que sigue impertérrita, fiel a si misma, regalándonos un nuevo día para disfrutarse disfrutándolo.
Si un ser humano libre es repudiado, difamado, vejado y silenciado por la sociedad en la que vive.. siempre se tiene a sí mismo. Nadie es dueño de él, ni podrá serlo. Se posee a sí mismo y no hay poder en el universo, literalmente, que pueda arrebatarle eso, pues es un poder que cede el universo al ser humano.
Pero ¿qué le queda a un ser humano no libre si le pasa lo mismo? Sería como la oveja que pierde su rebaño: se moriría, literalmente, de miedo. Es incosciente del poder del que hablaba.
Esto, que creo que ilustra muy bien la sustantividad frente a la objetualidad de las que hablas, es el destino de todo aquel que ceda su propio gobierno, su propia decisión, su propia opinión, su propia indagación y sus principios reales a cambio de la protección del grupo, de su aprobación por tanto.
Pero a estos últimos les diría que
creo que estamos ya en un momento en el que esa ansiada búsqueda de protección, a cambio de ceder la libertad, ni siquiera logrará su objetivo supervivencial.
Es necesario que despierten. Que apaguen la tele, la radio, el móvil e internet y pregunten a la naturaleza, a su naturaleza, si merece vivirse una vida así. La pena es que solo pueden hacerlo quienes alguna vez estuvieron despiertos. Y en esta sociedad, enferma, cada vez más gente vive sin haber nacido. Me cuesta ver sonrisas limpias que nazcan del corazón y no de sus deseos de aprobación.
Una vez dijiste algo así como: solo merece ser vivida una buena vida, y esa te la puedes regalar tú y solo tú. Hay algo mucho peor que morir y es vivir muerto.
Esa es la objetualidad, pensar que solo eres el reflejo en los ojos del de enfrente. Si quieres vivir bien, no debe importarte la opinión ni la aprobación de los demás, sino, bien por encima, la tuya propia.
Sabias palabras. Y extremadamente necesarias hoy.
Gracias por estar ahí, feliz Navidad y un fuerte abrazo amigo.
Milán Kundera tituló uno de sus libros con la expresión: “La insoportable levedad del ser”. Pero ese título no representa bien su postura al respecto de la noción metafísica de ser.
Digo esto porque esa expresión responde acertadamente a lo que a menudo estoy sintiendo ante el aluvión de información que nos llega en relación con el comportamiento, las actitudes, las disposiciones, las opiniones, etc., de grandes grupos de población. Manifiestan una entrega incondicional a la invención gigantesca de irrealidad que están implantando a modo de atmósfera cultural desde hace unos pocos años.
Al ver como mutan, transmutan, y se acomodan personas que antes parecían sólidas y ahora se están licuando (en expresión de Zygmunt Bauman) a una velocidad vertiginosa, me cuestiono seriamente la solidez de las estructuras de su personalidad, la volatilidad de creencias que parecían componentes de un tronco de desarrollo personal y resultan incoherentes con las adquiridas de nuevas en esta etapa tan lamentable. Y eso que todavía la coerción que aplican las élites psicopáticas no ha hecho más que empezar.
En este estado de cosas, tu comentario, en el que ensalzas al ser humano propiamente dicho, es una expresión de belleza como hay pocas, si bien con su correspondiente punto de melancolía o, quizá, de nostalgia.
Gracias a ti por tu amistad y a disfrutar de ti mismo, de tus seres queridos y de algún vino natural con su correspondiente autós.
Hola Carlos. Muchas gracias una vez mas por compartir con nosotros tus reflexiones siempre cargadas de contenido. Nos ayudan a seguir creciendo como Seres Reales. Creo que la conciencia de nosotros mismos y de lo otro, es sumamente importante para el desarrollo del Yo. Sin embargo, el poder, bajo su tiranía, busca lo contrario, cómo bien dices, vaciamiento de Realidad de la conciencia de todos. Buscan debilitar nuestra Sustantividad. Necesitamos saber que existimos, que somos algo, una existencia que sea una autentica expresión de nuestra esencia sustantiva que nos hará percibir la Belleza. Siempre se aprenden cosas cargadas de Realidad con tus reflexiones. Gracias por ello. Un abrazo.
Sí. Nos tratan de hurtar la conciencia de realidad, de aquello que somos y de aquello que nos rodea, por lo que cada vez es más necesario llenar la conciencia de realidad y no dejarnos llevar por una atmósfera cultural creada artificialmente para sustituirla por irrealidades de todo tipo.
Gracias a ti y un fuerte abrazo.
El mejor artículo que leí en mi vida. Yo lo veo cada día más claro, el objetivo final de todos estos psicópatas, es acabar con la realidad del ser humano. Enloquecer y que el ser humano se convierta en algo completamente inconsciente, alienado, irreal, loco, absurdo, ininteligente, y en definitiva en todo lo opuesto a lo que por naturaleza podría llegar a desarrollarse un ser humano en contacto con la realidad y con todo lo bueno de este mundo. Convertir al ser humano en una marioneta es lo que buscan los psicópatas psicológicos que gobiernan.
Desde luego, cada vez que pienso en el mal, me acuerdo del PSOE, porque no he visto que hayan hecho algo bueno de verdad, nunca. Si algo parece bueno ahí dentro, tiene algo oculto retorcido para despistar.
Gracias y Feliz Navidad.
Creo que, seguramente, has exagerado un poco en relación a la calidad del artículo, pero me alegro de que estés en línea con su contenido. En cuanto a ese partido político al que te refieres, no es el único cuyos fines son exclusivamente beneficiarse de sus votantes en vez de beneficiar a la población a la que dicen servir. La política se ha convertido en un entramado de intereses de tipo mafioso del que son muy pocos los que se salvan y tratan de cumplir con sus obligaciones de representación de la sociedad.
Gracias a ti y, también, Feliz Navidad
muchas gracias ,carlos por tus post
confieso que me pierdo en muchas de las ideas que expones pero asi y todo creo que capto lo esencial
Casi siempre lo esencial es lo que más importa. Los argumentos que lo apoyan son necesarios pero, sin conclusiones relevantes, no sirven para mucho.
Muchas gracias a ti y ¡Feliz Navidad!
No podría ser más oportuno tu artículo querido Carlos. Describes muy claro la decisión psicopática a nivel mundial de disolvernos, de destruir nuestro ser, y esto es lo grave, sin ser en absoluto «conscientes» de ello. Y todas las formas que describes las vemos todos los días por diversos medios. Ya ni siquiera veo posible una idealista «rebelión de Atlas». Seguiremos afianzando con tu sabiduría nuestro conocimiento y confiando que Dios nos dé ánimo y fuerzas en tiempos de tanta oscuridad. Un fuerte abrazo
Sí Celia. La malignación efectuada contra la Edad Media, rotulada por culturas protestantes con la expresión «Dark Ages» (tiempos oscuros), época en la que se afianzó la cultura católica en gran parte de Europa y fue uno de los grandes pilares de la civilización que están destruyendo en la actualidad, podría aplicarse (esta vez, sin falsedad) a los tiempos que vivimos. Tiempos a los que con tanta razón te refieres como «tiempos de tanta oscuridad». La decadencia de Occidente, que solamente es sustituida por un enorme artificio totalitario de ficciones, falsedades y manipulaciones, cuyo objetivo es la destrucción del ser humano propiamente dicho, parece imparable. Es posible que Ayn Rand acertara en su análisis de la ideología comunista que tan lúcidamente cuestionó, pero nadie habría podido prever esta suerte de congregación de psicópatas reunidos a nivel mundial.
Otro abrazo fuerte para ti.