La generación de las causas y la producción de sus efectos
Hay dos grandes grupos de enfoques teóricos al respecto de las relaciones «causa → efecto».
El primero, entre los que se encuentran, fundamentalmente, escépticos, positivistas, empiristas, etc. Niegan que haya causas que expliquen la producción de hechos o las consideran como un misterio que no es accesible al conocimiento.
Por ejemplo, un representante paradigmático de dicho enfoque es Augusto Comte, que afirma lo siguiente:
«En una palabra, la revolución fundamental que caracteriza la virilidad de nuestra inteligencia consiste esencialmente en sustituir en todo la inaccesible determinación de las causas propiamente dichas, por la simple averiguación de las leyes, o sea de las relaciones constantes que existen entre los fenómenos observados. Trátese de los menores o de los más sublimes efectos del choque y del peso, lo mismo que del pensamiento y de la moralidad, nosotros no podemos conocer verdaderamente más que las diversas relaciones mutuas propias de su cumplimiento, sin penetrar nunca en el misterio de su producción.»[i] (p.113)
Así mismo, dentro del escepticismo clásico, en gran medida recogido por Sexto Empírico, en una obra que es recopilación de dicha escuela[ii], se cuestiona que las causas produzcan efectos.
Su razonamiento es el siguiente: Si la causa es anterior al efecto, entonces la causa existe en un momento en que no existe el efecto, y, si existe la causa sin existir el efecto, entonces no se puede decir que tal causa cause nada, y, por tanto, el efecto no puede ser causado por ella.
Tal crítica, de indudable validez, es efectuada sobre los modelos más habituales de causalidad que, admitiendo la relación productiva entre las causas y sus efectos, introducen el supuesto de que las causas son anteriores a los efectos.
Si analizamos en profundidad la crítica expuesta por Sexto Empírico, hemos de concluir que tiene razón. Ahora bien, ¿significa eso que las relaciones «causa → efecto» son una pura invención de la mente humana, como afirmaba David Hume?
Lo cierto es que las causas no pueden ser anteriores a los efectos, por lo que tendrán que ser o presentes o futuras, pero dado que el futuro tampoco existe todavía, necesariamente tendrán que ser presentes y por tanto simultáneas a los efectos.
Además, si las causas fueran anteriores a sus efectos, en ningún caso podríamos acceder al pasado para modificarlas y, dado que no se podrían cambiar, resultaría imposible que cesara la producción de sus efectos en cualquier momento posterior a su existencia.
En la concepción común de la temporalidad, el pasado, el presente, y el futuro se consideran tres categorías temporales intercomunicadas productivamente en el sentido de que unas producen efectos en las otras.
No obstante, si suponemos que la producción de hechos es transversal (causas y efectos en el mismo tiempo) y no longitudinal (en tiempos diferentes), entonces, las tres categorías temporales, no tendrían ninguna relación de inter-influencia causal propiamente dicha.
Entonces, ¿se puede seguir manteniendo que la existencia de la causa implica la existencia del efecto, y, la inexistencia de la causa, implica la inexistencia del efecto?
Manteniendo que la causa se define como aquello que produce el efecto, y el efecto como aquello que es producido por la causa, ¿cómo podríamos entender la producción temporal de los hechos?
La causa de un efecto está configurada por una variedad de factores diferentes, que poseen en común la composición de la causa del efecto en cuestión.
El proceso de elaboración de una causa es acumulativo. Toda causa tiene tras de sí una historia acumulativa de los factores necesarios, pero no suficientes, para que se produzca el efecto, es decir, una historia causal.
Cuando se han acumulado todos los factores necesarios, a excepción del último, la ocurrencia de éste, completará la formación de la causa y se iniciará la producción del efecto que seguirá produciéndose mientras la causa siga presente.
Cualquier causa de algo es compleja, es decir, se trata de un sistema causal que reúne todos los factores necesarios que desencadenan el efecto cuando, el último de ellos se suma a los anteriores.
Por lo tanto, las causas no se pueden entender como condiciones puntuales que aparecen como por arte de magia y dejan efectos tras ellas, sino como construcciones de estados de cosas complejos a lo largo de periodos variables de tiempo, que, cuando se completan con algún factor, que culmina su suficiencia para la producción del efecto, éste se desencadena y se mantiene mientras duren las condiciones que lo producen.
[i]COMTE, AUGUSTO; La Filosofía Positiva; proemio, estudio introductorio, selección y análisis de los textos por Francisco Larroyo; Editorial Porrúa; México, 2000
[ii] SEXTO EMPÍRICO; Esbozos Pirrónicos; introducción, traducción y notas de Antonio Gallego Cao y Teresa Muñoz Diego; Editorial Gredos, S.A., Madrid, 1993