La gran aventura del «yo»: las razones para escribirlo
Ha transcurrido un mes desde que La gran aventura del «yo» quedó impreso en papel, si bien no ha estado disponible para comprarlo de manera efectiva en librerías hasta hace pocos días. Los circuitos de distribución han funcionado a un ritmo más lento del acostumbrado quizá debido a la absorción de sus medios por la Feria del libro de Madrid.
No obstante, el mes transcurrido para mí ha sido un tiempo en el que he podido hacer un poco de reflexión sobre dicho libro, y no solo desde dentro de él, ya que al escribirlo prácticamente toda la atención queda subsumida en los propios capítulos que lo componen.
La principal reflexión que he efectuado sobre él, desde la perspectiva que me ha permitido adoptar este pequeño plazo desde su finalización, se refiere a las razones que me han impulsado a escribirlo y considero que debo comunicarlas a los posibles lectores.
A continuación expondré un breve resumen de algunas de ellas.
PRIMERA. La ignorancia generalizada acerca del yo, del propio ser y de sus relaciones.
SEGUNDA. La presión sociocultural de nuestro entorno para implantar la biología como sustituta de la psicología.
TERCERA. La ignorancia generalizada de la producción psicosocial de la mente humana y de los problemas mentales.
CUARTA. El cuestionamiento científico institucional de la existencia efectiva del yo en el ser humano.
QUINTA. La preterición general de la función capital que tienen nuestras creencias en la constitución de nuestro propio ser y, también, del propio yo.
SEXTA. En conexión con el punto anterior, la negación de la realidad en cuanto a tal; su función constituyente de nuestras propias creencias y, por lo tanto, de nosotros mismos.
SÉPTIMA. El enorme papel que juega el engaño en el establecimiento de los estados de cosas en los que nos formamos y vivimos, y la promoción cultural del autoengaño para el logro de la felicidad.
OCTAVA. La instalación de la irrealidad como sustitución de la conciencia de la propia existencia mediante la implantación de una gigantesca maquinaria destinada a la evasión.
NOVENA. El intenso crecimiento del predominio de lo social como unidad existencial frente a lo personal y lo individual.
DÉCIMA. La falta de disponibilidad de una psicología humana comprensiva en la que una persona pueda reconocerse a sí misma en los aspectos psicológicos más relevantes que la constituyen.
Durante este mismo mes transcurrido he tenido ocasión de leer un antiguo artículo que tenía archivado del psiquiatra Luis Rojas Marcos titulado “Autoengaño: sí, gracias” en el que dicho autor hacía una apología del autoengaño concluyendo que «…un mundo sin autoengaño sería insufrible e inhumano».
Es obvio que yo mismo opino lo contrario, tal como expuse en el último artículo publicado en este mismo blog, pero aparte de eso, me parece tremendo que, además de fomentarse la irrealidad, a las personas no se les ofrezca ni tan siquiera la posibilidad de elegir, entre tener ideas verdaderas de cómo son y cómo funcionan, o inventarse lo que les plazca al respecto con la inestimable ayuda de un silenciamiento institucional de todo conocimiento relativo a algo tan prioritario.
Aparte de dicho artículo, también me ha interesado contrastar La gran aventura del «yo» con otros libros que tratan temas psicológicos escritos por biólogos.
Entre ellos destacaré uno de los que más difusión están teniendo en la actualidad, escrito por el biólogo Antonio Damasio[i] que adopta explícitamente el dogma del monismo materialista, es decir, que somos pura y simple biología.
El esfuerzo que efectúa por subsumir y explicar la conciencia, el yo, la mente, y todo aquello que entendemos como psicológico, en el cuerpo humano y en el cerebro de forma especial, es tan ingente como infructuoso.
El problema que dicho autor trata de resolver requeriría disponer de una psicología completa tan rica como la biología de la que dispone, pero si dispusiera de ella estaría partiendo de un dualismo en toda la regla, desde el que acceder al monismo biológico se tornaría absurdo.
Ese problema, más de tipo ideológico que científico o de otro tipo, trata, por un lado, con ideas, experiencias subjetivas, conceptos inmateriales, etc., y, por otro, con células, órganos, y procesos químicos, con la intención de explicar lo inmaterial por lo material, reduciendo lo inmaterial psicológico a algo inexistente, pero entonces se reduce a explicar nada por algo, tras haber planteado el problema en términos de explicar una cosa por la otra.
¿Cómo puede interesar a tanta gente saber mucha biología y tan poca psicología?, o, planteado en otros términos, saber mucho del organismo y nada de ellos mismos.
El estado de ignorancia de la propia persona acerca de ella misma; el autoengaño sin más límites que su eficacia para paliar estados de malestar; la libertad de la producción de ideas sin el criterio de su carácter real o irreal; la ignorancia del enorme peso que tienen las propias creencias en la constitución del propio ser; la elección de la evasión del propio ser; la disolución de la propia individualidad en el grupo dentro de una cultura de masas; el desconocimiento de las condiciones y la historia causal que explican el propio modo de ser; el desprecio de toda posibilidad de realización personal…, todo ello y mucho más, se cierne sobre todos nosotros como un gigantesco fraude por el que la conciencia de uno mismo y de su propia existencia puede llegar a ser totalmente ajena a lo largo de la propia vida.
Por último, aunque quizá sea la razón más importante para escribir La gran aventura del «yo», he tratado de exponer en dicho libro muchos de los componentes psicológicos más interesantes que estaban incluidos en la obra Realidad y psicología humana, la cual por su gran extensión y por la inclusión en ella de otros muchos componentes de disciplinas adyacentes, no habían quedado expuestos como un sistema psicológico depurado, suciento y fácilmente inteligible.
[i] DAMASIO, ANTONIO; Y el cerebro creó al hombre; ¿Cómo pudo el cerebro generar emociones, sentimientos, ideas y el yo?; trad. de Ferrán Meler Ortí del original en inglés Self Comes to mind; Editorial Planeta, Barcelona, 2018
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Hola Carlos. Comentar que personalmente ya me llegó el libro sin problemas pidiéndolo a la librería Proteo, de forma muy rápida. Lo tengo reservado para la lectura estival cuando tenga más tiempo en vacaciones. Por otra parte me ha parecido muy revelador el artículo de Rojas Marcos: «El Autoengaño, sí gracias». Hace poco, estuve haciendo un estudio sobre el TDAH y la hipótesis de que niños, en estos casos alumnos, con estructura Anti-real, que alteran y perturban la clase desde la violencia directa o indirecta, son diagnosticados con este trastorno y «se camuflan» con una etiqueta que es benévola para ocultar la maldad del Anti-real, algo que los propios progenitores (también Anti-reales) insisten mucho con mensajes como: «no es que mi hijo sea malo, es que tiene TDAH». Pues bien, indagando por la red, llegué a una entrevista en donde Rojas Marcos afirma: «Llegué a pensar que simplemente era un niño malo», relatando como su comportamiento era visto como muy «travieso», incluso hasta le expulsaron del colegio, aunque todo está muy suavizado («le invitaron a irse»). Reveladora también esta frase: «Pero antes de conocerse el trastorno eso era ser un niño malo. Menos mal que a mí me salvaba un poco que era muy simpático.Dejo aquí el link por si puede interesar: https://goo.gl/6sEnev. Leyendo los dos artículos ahora cuadran muchas cosas. Un saludo y buen comienzo del verano.
He leído la entrevista a la que haces referencia y he visto la conferencia que pronunció sobre el TDAH en Santander. Me inclino a pensar que el trastorno denominado TDAH es diagnosticado de modo impreciso haciendo referencia a diversas manifestaciones genéricas, entre las que destacan algunas que se suelen considerar propias de los trastornos de conducta en la infancia y la adolescencia, generalmente relacionados con el denominado trastorno de personalidad antisocial que se diagnostica en la edad adulta. Como sabes, no hay nada parecido a un modelo de personalidad anti-real en los protocolos de evaluación o investigación al uso, lo cual es una carencia muy importante. El esfuerzo de Millon, Fromm y otros psiquiatras relevantes por incluir un cuadro aproximado en el DSM no fructificó —como afirmó Millon, “por razones políticas”—, y me temo que las razones políticas siguen dando cuenta de muchas anomalías que se observan en el terreno psicopatológico. La privación fundamental de los modelos psicopatológicos institucionales radica en la ley del silencio sobre las causas o las historias causales de su producción, sin las cuales, obviamente no se puede entender nada de ninguna persona. En mi opinión la verdadera psicopatología remite a problemas presentes en la estructura de ser de una persona, mientras los agentes que los producen no se caracterizan por padecer problemas ellos mismos, sino por generar una gran cantidad en su entorno. Sin duda, los trastornos de conducta están más próximos a estos últimos que a los auténticos problemas personales. Gracias por tu aportación y feliz verano.
Me parece muy interensante esto que decís del TDAH, y de los trastornos de conducta.Para diferenciar entre si es un verdadero trastorno de conducta o alguien que genera problemas en su entorno, me imagino que será complicado, y quizás observando los efectos que éste produce se pueda saber si es de un tipo u otro. La finalidad que se persigue parece que es lo que pudiera diferenciar si se trata de una cosa u otra, me imagino.
Da la sensación de que a veces hay que andar como un detective… para saber lo que tienes delante, teniendo en cuenta todas las pruebas a las que tienes acceso, faltando en muchas ocasiones información, que se oculta y a la que no se tiene acceso. Saludos.
Muchas gracias Ignacio.
Hola Carlos
Tan solo quería comentarte que estoy en pleno proceso de estudio de tu ultimo libro LA GRAN AVENTURA DEL YO, aprovechando mis vacaciones de verano. He de decirte que estoy encantado con esta lectura. Creo que tratas el tema de una forma clara y profunda a la vez, con un breve resumen en el encabezado de cada capítulo que te pone en sintonía con el tema a tratar.
Ayer, después de haber estado todo el día trabajando con el libro, sentí la necesidad de escribir estas palabras al sentirme afortunado por poder tener en mis manos este libro. Es tal el contenido que tiene y la profundidad con que tratas cada uno de los capítulos que te inyecta Realidad en la mente y va fijando los principios y creencias que consolidan un YO fuerte y Real.
Estoy disfrutando mucho con la lectura y estudio de este libro.
Un fuerte abrazo.
Muchas gracias Jesús.
Tu libro es un auténtico regalo Carlos. Sin tiempo apenas por trabajo lo he devorado dos veces Y las que me quedan. La relación calidad precio tiende a infinito.
Ojalá tenga la difusión que se merece.
Pero más ojalá encuentre almas lo suficientemente limpias para entenderlo.
Un millón de gracias
Muchas gracias Nacho.
Hola a todos
El contenido del libro es estupendo, sin duda, pero la edición es bastante mala. Con la segunda lectura del libro, un número importante de hojas se están despegando y soy altamente cuidadoso en el trato. Si lo pueden tener en cuenta para las siguientes ediciones, estaría francamente bien.
Un saludo
Gracias por la información. Se corregirá en la próxima edición.
Hola Carlos, quería hacerte una pregunta sobre un punto del libro «La Gran Aventura del Yo». Por lo general, después de haber hecho varias lecturas del mismo a lo largo del tiempo creo que entiendo todo lo que expones en él. Sin embargo, hay un apartado que me hace pensar y me plantea una pequeña duda. Me refiero a un punto del apartado de problemas relacionados dentro del capítulo 7 «yo tengo conciencia». En él expones unos ejemplos de condiciones en las que el yo se encuentra debilitado y uno de ellos es el de placer y sufrimiento, y mi duda se refiere en este caso al placer. ¿Quiere decir que el placer, siempre que no sea fruto de la existencia sustantiva del sujeto supone siempre una merma del yo? En otros apartados del libro, así como en muchos otros textos de este blog y demás, queda muy claro ese concepto, y que si buscamos el placer por el placer estaríamos teniendo una existencia objetual en la que dicho placer es el sujeto de nuestras acciones y por tanto nuestra existencia pasa a un nivel inferior. Pero la pregunta más precisa es ¿No hay ningún caso en el que sentir placer orgánico pueda ser sustantivo? o dicho de otra forma ¿El placer que se siente por ejemplo en el acto sexual o cuando nos comemos un dulce o algo que nos gusta mucho, supone siempre un debilitamiento del yo en mayor o menor medida? Yo en un principio deduzco que sí, al igual que si sentimos placer siendo objeto de la mirada ajena, lo cual conlleva un yo debilitado. Sin embargo, otras ocasiones creo que con un yo fuerte eso no tiene por qué pasar. Pero te hago la pregunta ya que has incluido el placer dentro de las condiciones que debilitan al yo.
Gracias como siempre. Un saludo.
Hola Francisco. Gracias por el comentario.
En relación con la duda que planteas te recomiendo la lectura de un artículo del blog titulado «El placer de existir y sus mixtificaciones» publicado el 03/10/2015.
Creo que en él encontrarás la respuesta a tu pregunta.
En caso de que dicho artículo no sea suficiente, dímelo a ver si lo podemos aclarar algo más.
Un abrazo.
Muchas gracias Carlos. Conocía ese artículo anteriormente pero ahora que me has remitido a él ante esta cuestión lo he vuelto a leer y no me ha quedado ninguna duda al respecto.
Otro abrazo.