La invención de la actualidad
La invención de la actualidad que configura la atmósfera mediática produce una inmersión colectiva en un océano de irrealidad.
La invención del pasado contra la historia sirve para fundar ese presente inventado dentro de una corriente generativa de elaboración artificial de nuevas identidades presentes.
Lo que es, ya no es lo que es, ni lo que fue es lo que fue. La sustitución de realidades por ideas irreales elabora un hombre perfectamente artificial que no puede acogerse a otra raíz que a aquella con la que se le dota diariamente.
El hombre, las personas, las culturas… todo queda deconstruido, diluido y extinto en un mundo hecho a la carta por y para quienes se aúpan en un poder sin límites a la vista. Ellos sí tienen su historia, su presente, su identidad sólida y victoriosa y su prometedor futuro.
Hasta hace algunas décadas las personas vivían sus correspondientes presentes centradas en sus asuntos, sus problemas, dificultades, alegrías, celebraciones, trabajos, estudios, sus allegados, etc., de tal forma que sus experiencias y su conciencia de ellas solo eran molestadas de vez en cuando por eventos mundiales de gran trascendencia, por eventos sociales en los que participaban, o por sucesos memorables o nefastos que las involucraban de algún modo.
Se ocupaban de lo que consideraban importante en sus vidas, no de lo que otros les decían que era importante en sus vidas, al tiempo que estos despreciaban todo lo que aquellas valoraban. Ahora todo eso ha dado la vuelta: «Lo tuyo es despreciable. Preocúpate y ocúpate sumándote a lo que al mundo le importa. El mundo somos todos menos tú.»
La ONU, o cualquiera de sus 16 organismos especializados (el Banco Mundial, el FMI, la ONUDI, la UNESCO, la FAO, la OMM, la OMT, la UIT, la OMS o cualquier otro) dicen qué día es hoy, ya sea internacional (ONU) o mundial (Agencias).
Todo empezó en 1948 con la designación del Día de los Derechos Humanos, pero en la actualidad hay cientos de días internacionales o mundiales declarados como tales, algunos de los cuales se destinan a varias temáticas. Por poner algunos ejemplos de dicho calendario tenemos:
El 16 de enero, el Día Internacional de la Croqueta
El 21 de enero, el Blue Monday (Día más triste del año)
El 24 de enero el Día Internacional de la Educación
El 28 de enero el Día Internacional del Comunity Manager
El 4 de febrero se celebra el Día Mundial contra el Cáncer y, simultáneamente, el Día del Orgullo Zombie
El 11 de febrero coinciden el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, el Día Internacional de la Epilepsia y la Jornada Mundial del Enfermo
El 12 de febrero, el Día de la Independencia de Chile
En el 14 de febrero coinciden el Día Europeo de la Salud Sexual, y el Día de los Enamorados o Día de San Valentín
El 20 de marzo, el Día Mundial de la Felicidad…
Como se puede ver en algunos de los días del año a los medios se les da una cierta capacidad de elección para abrir sus telediarios, como, por ejemplo, la elección entre San Valentín y la Salud Sexual, o por sintetizar ambos según les parezca.
Pero, además de días célebres, también hay semanas señaladas como, por ejemplo, la Semana Vegetariana (primera semana de octubre) que se solapa parcialmente con la Semana Mundial del Espacio, o la Semana del Bienestar en las Américas en la tercera semana de septiembre, etc.
La ONU, en su página web destinada a este tema, expone claramente la finalidad de declarar estos días y semanas señalados: «La celebración de los Días Internacionales nos da la oportunidad de sensibilizar al público en general acerca de temas relacionados con cuestiones de interés, tales como los derechos humanos, el desarrollo sostenible o la salud. Al mismo tiempo pretenden llamar la atención de los medios de comunicación para que señalen a la opinión pública que existe un problema sin resolver. El objetivo es doble: por un lado que los gobiernos tomen medidas, y por otro que los ciudadanos conozcan mejor la problemática y exijan a sus representantes que actúen.»
¡Sin comentarios que añadir al respecto de tan democráticos fines y el respeto a la generación espontánea del pensamiento, la valoración y la opinión tanto pública como privada!
Este es solo un ejemplo de la invención de la actualidad y de la vida cotidiana de personas que se supone que tienen su propia vida cotidiana.
En esas vidas cotidianas, hay personas que no están enfermas de cáncer ni tienen a nadie conocido con ese problema y es el 4 de febrero (Día Mundial contra el Cáncer) pero que se les está muriendo su gato al que quieren profundamente, o que un 20 de febrero (Día Internacional del Gato) ellas mismas o algún allegado está muriendo de cáncer y que los telediarios abran con la apología de los gatos y no mencionan absolutamente nada del cáncer.
Pero, además de los días mundiales e internacionales oficiales de la ONU (y otras organizaciones mundialistas), hay otros días que se dicen «Internacionales» y «Mundiales» no oficiales como, por ejemplo, es el Día Internacional del Orgullo LGBT en el que un movimiento privado, político y económico, de gran envergadura asume la representación de toda la población designada bajo su título, aunque gran parte de ella no esté integrada en ese movimiento y ese mismo día no se sienta identificada.
También hay otros “días de…” que no tienen el calificativo de «internacionales» o «mundiales», tradicionales en algunas naciones, como son el Día de la Madre y Día del Padre aunque no se consideren festivos ni estén respaldados oficialmente y en los que a muchas familias les gustaría poder celebrarlos como siempre lo habían hecho.
Otros contenidos que forman parte de la invención de la actualidad de los grandes medios se fundan en la invención de personajes populares a partir de personas a las que dotan de fama artificial por medio de sus propios programas, sin tener ningún otro mérito diferencial con el resto de las poblaciones más que el de haber sido convertidos en caras conocidas por esos propios medios. Lo cierto es que los espectadores se enriquecerían mucho más cuando la elección de las caras conocidas se hiciera por su ejemplaridad en cualquier ámbito social o profesional.
Son los grandes medios los que imponen las modas en todos los terrenos, modas estadísticas generadas por su propia propaganda que responde a intereses empresariales, políticos o económicos de esas mismas empresas de comunicación.
Pero también ocupa un enorme espacio de la actualidad informativa la versión televisiva de la clásica prensa amarilla (que en sus inicios fue seriamente criticada), por explotar el morbo, las medias verdades, etc., al respecto de los “sucesos” relativos a delincuentes a los que llegan a convertir, junto a sus víctimas en personajes habituales de la vida cotidiana.
Tampoco está exento de manipulación informativa el mundo de los espectáculos deportivos que, prácticamente en su totalidad, están vinculados a tremendos intereses económicos, incluyendo la invasión de la publicidad de las casas de apuestas, y a los que se llega a inflar de significados que no tienen nada que ver con lo deportivo.
Las colisiones entre la actualidad oficial y la actualidad real de las vidas de las personas pueden llegar a ser continuas a lo largo de todo el año, pero el peso muy superior de la atmósfera social, sobre las preocupaciones individuales, acabará interfiriendo gravemente en la ocupación de las conciencias personales de todas las poblaciones que reciban ese gran volumen de los mensajes empezando por los de la ONU. Esto es simple y llanamente totalitarismo.
Habrá quien diga que cada persona puede defenderse de estas intromisiones con el simple gesto de desconectar los medios de comunicación. Pero, ¿y si en esos mismos medios ofrecen ese día algo informativamente necesario para tomar medidas en la propia vida cotidiana como pudiera ser una subida masiva de los impuestos o el aviso de una tormenta tremenda en el lugar donde uno vive? El resultado sería la indefensión y a largo plazo la desconexión de las circunstancias ambientales.
Pero no solo es esa estandarización de las noticias mundialistas y de las grandes empresas de comunicación las que crean atmósferas artificiales que configuran irrealmente la actualidad. Los sesgos informativos de la nueva ideología (capitalismo comunista o comunismo capitalista; véase como se prefiera) esconden noticias, recortan noticias, inventan noticias, transmiten información a través de teleseries y realitys y, sobre todo, se erigen en centros pedagógicos poderosísimos para educar a grandes poblaciones.
Se trata de poblaciones compuestas de individuos de todas las edades, unos más tiernos que otros y mientras los más tiernos son constitutivamente configurados sin rechistar, muchos adultos formados pueden discrepar de lo que se les pone viviendo la emisión de aquellos contenidos como un auténtico problema cotidiano, ya que les aporta una idea del tipo de atmósfera irreal en la que está viviendo gran parte de la población.
En definitiva se trata de una alienación masiva, que no es más que la transformación de la conciencia colectiva hasta hacerla contradictoria con lo que cabe esperar de la condición personal y la vida privada de los seres humanos que integran la población.
El imperio del poder de lo colectivo y de lo colectivizado sobre la humilde existencia de las personas, con sus normales relaciones interpersonales, va directo a producir o fomentar la condición humana de la impersonalidad.
Se trata de un déficit estructural de personalidad con pérdida de identidad personal, sustantividad, autonomía e independencia, tanto en la acción como en el pensamiento, lo cual hace de la persona un ser dependiente, acomodaticio, objetual, manejable y sin conciencia de su propio yo diferencial.
Si eso se produce a nivel colectivo la humanidad habría involucionado hasta niveles que resultan difíciles de imaginar.