Blog de Carlos J. García

La propiedad de mi propia voluntad. ¿De quién es mi voluntad?

En la producción de acciones, mediada por la propia voluntad de efectuar una determinada acción, yo soy consciente de que:

«Yo Quiero Efectuar Una Acción X Para Producir Un Fin Y (que es el motivo de la acción

Y, en caso de pasar a efectuarla: {Yo Soy Consciente De Que  «Efectúo Una Acción X»}

Ahora bien, hay dos clases de acciones cuya diferencia determina el juicio de propiedad sobre la propia voluntad:

  1. El motivo de la acción (El fin Y) se reconoce como propio del Yo.
  2. Dicho motivo Y no se reconoce como propio de uno mismo, es decir, del Yo.

En la primera clase de motivos (a), Yo se siente identificado con el motivo Y. En la segunda (b), sin embargo, Yo no se siente identificado con dicho motivo Y.

Por ejemplo,

  1. «Yo Quiero irme una semana de vacaciones a un lugar donde puedo hacer muchas actividades que me gustan (Fin Y)».
  2. «Yo Quiero trabajar mucho durante toda la semana para evitar que mi jefe me despida (Fin Y)».

Lo que se mantiene constante en ambas expresiones de la propia voluntad, es, precisamente la voluntad de hacer «Yo Quiero».

La distinción entre ambas formas de voluntad parece consistir en que, en un caso el yo reconoce su voluntad como algo suyo, mientras, en el segundo caso, la considera como algo ajeno:

  1. MI VOLUNTAD SURGE DE MÍ MISMO: YO QUIERO HACER X (MI VOLUNTAD ES MÍA) = tengo buena disposición a hacer X (la hago conforme a mi propia voluntad)
  2. MI VOLUNTAD SURGE DE ALGO QUE NO SOY YO MISMO: YO ME VEO OBLIGADO A HACER X (MI VOLUNTAD NO ES MÍA) = no tengo buena disposición a hacer X (la hago en contra de mi voluntad)

Esos dos modos de juzgar la propia voluntad de hacer (propia o ajena) una determinada Acción X, dan como resultado dos experiencias subjetivas muy diferentes:

  1. En el primer caso, la persona se siente existir a sí misma por medio de la acción X: YO EXISTO A TRAVÉS DE MI ACCIÓN.
  2. En el segundo caso, la persona no se siente existir a sí misma, sino que mediante dicha acción X, siente que existe algo o alguien otro, por medio o a través de ella: YO NO EXISTO EN MI ACCIÓN. ES OTRO SUJETO O CAUSA LO QUE EXISTE POR MEDIO DE ELLA.

Ahora bien, la gran cuestión que subyace a este asunto es que la voluntad de efectuar la acción X, el «Yo Quiero», vincula igualmente al Yo con la voluntad de querer hacer X.

De hecho, si el sujeto no tuviera voluntad alguna de hacer X, sería absolutamente imposible que hiciera X. Si hace X es porque quiere hacer X. Pero si no quiere hacer X, no es posible que haga X.

En el caso, en el que el sujeto es movido a la acción por su voluntad «Yo Quiero hacer X», al tiempo que no se siente existir a sí mismo, porque juzga que su voluntad está originada en un sujeto exterior o ajeno a ella misma, nos encontramos con una paradoja:

«Yo Quiero hacer X, pero como no soy yo quien quiere hacer X sino que es un sujeto B el que quiere que yo lo haga, entonces quiero hacer X y no quiero hacer X»

El resultado de emitir acciones, necesariamente movidas por la propia voluntad de hacerlas, pero atribuyendo el origen de la misma a un sujeto o causa exterior al propio agente, es el principal problema por el cual una persona puede mermar su propia experiencia de existir ella misma en el mundo.

Al actuar de tal modo, efectúa una despersonalización de sí misma y siente que no existe a través de sus propias acciones. Se aísla del mundo exterior, y se mueve como si no fuera ella misma quien se mueve, sino que cree ser movida por causas exteriores.

En general, la conciencia debe ser un vínculo irrompible entre el sí mismo, o el «yo», y la acción que se efectúe: conciencia de la propia voluntad, de las propias ideas, de las propias acciones, de las propias tendencias…, de toda actividad propia del  «yo».

La conciencia de uno mismo no se debe disociar de ninguna parte de lo que uno mismo haga, piense o sienta. En la conexión funcional «yo—actividad del yo» no se deben permitir exclusiones de ningún tipo que saquen al «yo» como sujeto de la actividad, ni que saquen a actividad alguna que sea del propio «yo».

El papel que juega el «yo» en la conciencia consiste en ser el receptor último de la sensibilidad de cualquier tipo de actividad de uno mismo, incluyendo, en el caso que nos ocupa, la propia voluntad, las propias acciones y los propios motivos que la persona tiene para hacer lo que hace. En eso consiste exactamente existir.

El estado que una persona se produce a sí misma al no reconocer como propia, su propia voluntad de hacer una acción X, es desactivar la conciencia de sí misma en la voluntad y en la acción, pasando a funcionar de modo similar a cómo si se tratara de un autómata, que no se mueve, sino que es movido por causa ajena al propio agente.

Existir verdaderamente no es hacer cosas, sino ser consciente de que es uno mismo quien las hace, sin caer en la trampa de identificarse solamente en una parte de las acciones que emite y sacándose a sí mismo de otra parte de ellas, como si se escondiera a sí mismo y no se quisiera enterar de que es él mismo quien las hace porque las quiere hacer.

No parece lógico tener clasificadas las propias voluntades en términos de que unas son propias y otras son ajenas. Todas las voliciones que tiene una persona son propias. En todos los casos en que emite una acción ésta precedida de un «Yo Quiero hacer X».

Reconocida esta premisa, el sujeto cobrará mayor conciencia de lo que él mismo quiera hacer, sin esconder su propio yo ante sí mismo, lo cual le permitirá incrementar su propia experiencia de que efectivamente existe su propio «yo» en el mundo.

Además, al reconocer como propia la propia voluntad en todos los casos de acciones emitidas, cerrará la puerta a todo tipo de justificaciones y de atribuciones externas de sus propias acciones, lo cual es muy formativo y hará crecer su propio «yo» en una dirección mucho más congruente.

Pensará más y mejor si quiere o no quiere hacer cada determinada acción, y, en caso de que quiera hacerla, tendrá más claros cuales son los motivos que residen en él para efectuarla, pero, en el caso de que se percate de que no la quiere hacer, no hará dicha acción, lo pensará más y elegirá otra diferente.

Hay muchas razones en la propia biografía de cada persona que explicarán la composición del criterio antes aludido, por el que unas voliciones se juzgan propias y otras ajenas, siendo todas de la propia persona. Examinarlas puede resultar también muy interesante para conocerse uno a sí mismo con mayor claridad y, además, para tratar de poner fin a esa distinción que tanta confusión y tantas dificultades existenciales puede producir.

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8 Comments
  • jose luis custodio lopez on 24/12/2017

    Gracias. Me ha sido de gran utilidad.

  • Francisco on 31/12/2017

    Un gran artículo Carlos te hace ser más consciente de tu propio gobierno.

  • Francisco J. Guerra Parra on 08/09/2022

    Hola Carlos, me ha encantado este artículo, del cual me he percatado ahora haciendo un repaso general de tu blog. Aunque ya te he hablado de mi caso y he agradecido tus textos en otras ocasiones me gustaría comentar también sobre este artículo.
    Es cierto que ya en gran parte de tus textos en general y en La Gran Aventura del Yo en particular, desgranas este asunto con la información esencial que debemos tener albergada en la mente para que podamos llevar a cabo nuestra existencia con un yo fuerte que conozca lo mejor posible a su ser, así como al entorno, para hacerse sujeto de todo lo que hace y de los avatares que le vayan ocurriendo a lo largo de su vida. Sin embargo, la síntesis que haces en este artículo da muy en la diana en algo sobre lo que he reflexionado y sigo haciendo constantemente y que antes de saberlo con claridad no estaba seguro si se podía atajar o simplemente había que «apechugar» con lo que somos cuando ya hemos llegado a la edad adulta.
    Soy un autónomo y el 95% del tiempo trabajo yo solo en mi estudio y cuando lo estoy haciendo me he preguntado siempre si lo que estoy haciendo lo hago porque yo quiero hacerlo o porque otro quiere que yo lo haga. Casi siempre trabajo por encargo, por lo que llego a la conclusión de que por muy autónomo se sea, al final siempre estoy haciendo tareas que otros quieren y en muchos casos cómo ellos las quieren. Además, mi trabajo está sometido a una serie de normas por las que no se puede dar pie a mucha creatividad. Por otro lado también soy consciente que soy yo quien ha elegido dedicarme a lo que me dedico, y aunque con ciertos problemas, he llegado hasta la actualidad con lo que hago también porque yo he querido.
    Por otra parte, en muchas ocasiones aunque esté haciendo un encargo que otro me ha pedido de la manera que él lo quiere, he decidido hacer un esfuerzo para hacerme consciente de todos y cada uno de los movimientos que estoy haciendo en ese trabajo, hasta de los pasos que doy cuando voy a coger una herramienta o cualquier otra cosa. Ahí me doy cuenta de que mi mente pasa de pensar en el cliente por el que estoy haciendo dicho encargo a pensar en mí haciendo tal o cual tarea. Después de actuar así noto que se han producido cambios que hacen ver las cosas con otra perspectiva, y aunque siga haciendo encargos, me siento más partícipe y tengo más capacidad para cambiar o conducir lo que hago en mi beneficio y en el de los demás, incluso va aumentando la capacidad de decidir si hacer uno u otro trabajo con criterio y con menos presión externa.
    Esto luego lo he extrapolado a otras cosas como por ejemplo hacer determinadas publicaciones en redes sociales. A veces lo he podido evitar y otras no, pero me he dado cuenta que la mayor parte de las veces ha sido por algo externo a mí lo que me ha motivado a hacerlo. Lo bueno es que enseguida me saltan las alarmas, y a veces tengo más fortaleza para revertiro rápidamente y otras veces tardo más.
    Pero el hecho de poder analizar constantemente estas situaciones me produce cierto sosiego aunque sienta que me queda mucho trabajo por delante. Y textos como este son de gran ayuda.
    Muchas gracias. Un saludo.

    • Carlos J. García on 08/09/2022

      Hola Francisco.
      Tu comentario es muy lúcido y las experiencias que comentas son un buen material para analizar la propiedad de tus acciones. Hay que tener en cuenta que, el hecho de hacer algo propio de la profesión que has elegido, lo quiera o no lo quiera un sujeto exterior, requiere una sólida conexión entre tu yo y tu acción. La voluntad es una variable resultante de un conjunto de factores, en los que otros también pueden influir, pero lo importante es que tú mismo seas consciente de tales factores y, de si tus sentimientos y emociones, son congruentes con efectuarlas. Hacer algo que «no quieres hacer» significa querer hacerlo contrariado, en conflicto, con desagrado. Pero si analizas bien tales factores descubrirás que ese querer hacer, resultante de los vectores en conflicto, debe superar los análisis previos y quedar en una valoración netamente favorable de la decisión tomada.
      Por lo que comentas me parece que vas por muy buen camino.
      Muchas gracias por tu aportación.

  • Francisco on 09/09/2022

    Gracias Carlos me ha producido seguridad.

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