Las limitaciones de los presupuestos sobre el conocimiento
No es lo mismo estudiar, por ejemplo, los sentimientos o el pensamiento de los seres humanos, que el cuerpo humano o que las galaxias.
Decía en un artículo anterior ― titulado Los objetos de estudio y los métodos de investigación ― que los métodos elegidos para la investigación de un objeto o de algún campo de curiosidad o interés para el investigador, deben depender directamente del tipo de objeto de que se trate.
Sobre todo, no es lo mismo estudiar objetos de naturaleza puramente informativa, como puede ser la comunicación, el conocimiento, la conciencia, las creencias, los sistemas filosóficos, etc., que estudiar objetos de índole material, como puedan ser los planetas o los neutrones.
Ahora bien, aquello que puede influir sobre la calidad del conocimiento producido, no sólo son cuestiones de tipo metodológico, sino que aún tendrán más peso los presupuestos desde los que el investigador trate de conocer el objeto.
En este orden de cosas, es posible que el presupuesto más generalizado en el quehacer científico, sea el materialismo, también conocido como monismo materialista. Además, su origen es, necesariamente, de tipo ideológico.
Una expresión de dicho presupuesto puede resumirse en que, en el universo, solo hay materia o que el universo y todo cuanto contiene es de naturaleza estrictamente material.
Un argumento que se esgrime con frecuencia, para justificar que toda actividad de investigación se efectúe bajo tal dogma, parece ser el de que el saber producido de tal modo es más riguroso o que está exento de conjeturas innecesarias.
Por otro lado, la noción que se tenga de la materia, también puede estar condicionada por esos mismos presupuestos o por otros diferentes.
Por ejemplo, en la escolástica medieval algunos estudiosos consideraban que la materia estaba compuesta de masa y de forma, es decir, sostenían una concepción dualista de la propia noción de materia. Hoy en día, por el contrario, parece sostenerse que la materia presenta una única naturaleza que vendría a coincidir con la igualación de nociones como fuerza, masa o energía y materia.
Intentemos ver la actividad humana bajo el presupuesto del monismo materialista y no veremos mucho más que un organismo que intercambia energía o elementos químicos con el entorno.
Ahora bien, supongamos que optamos por investigar dicha actividad, bajo el presupuesto de que el ser humano solo es de naturaleza informativa. En tal caso podríamos percibir su pensamiento, sus creencias, su mentalidad, su conciencia o elementos por el estilo, pero no podríamos ver su organismo.
Tampoco podríamos comprender mucho al ser humano y su existencia en el mundo, si adoptáramos presupuestos como los de Descartes, por los que reconocía esa dualidad información-organismo, si bien, sostenía que el organismo humano era una simple máquina que funcionaba de manera plenamente autónoma con respecto a su componente espiritual, ya se lo designe como alma o como mente.
Actualmente, el monismo materialista sigue dando pasos de gigante en dirección a su objetivo, consistente en que creamos que somos meros organismos materiales. De hecho, parece que entre sus supuestos se encuentra el de que términos como los de pensamiento, conciencia, sentimientos, etc., son transitorios y desaparecerán cuando tales fenómenos queden perfectamente especificados como simples operaciones cerebrales.
Dicho esto, supongamos que algún ser humano llegara a adoptar la creencia de que efectivamente es un mero organismo material. Bajo tal supuesto, identificaría su «yo» con su cuerpo, lo cual le impediría percibirse a sí mismo como el ser que es.
No podría comunicarse con nadie, no podría emitir información, ni recibirla, viviría sin tener criterio alguno para tomar decisiones o, simplemente pensar. Ignoraría sus propias creencias, aunque tal vez creyera que era una simple máquina y que los demás también lo éramos.
A tal condición de aislamiento y enajenación, solo se la podría calificar como un trastorno de irrealidad, de despersonalización y de desrealización. Visto bajo una mirada médica, seguramente sería calificada como un trastorno psicótico.
Tal vez, quienes pretenden que creamos que el ser humano es mero organismo material, ellos mismos no puedan creerlo, pues, de lo contrario, casi seguro que no podrían hacer un solo movimiento para emitir dicha propaganda.
¿Podría alguien creer que dispondría de la capacidad para acceder a algún conocimiento del universo, de los seres humanos o de sí mismo, siendo un espécimen del homme-machine, de La Mettrie?