Psicopatía y sociedad: Las plagas del anti-realismo
Entre las creencias nucleares que constituyen al psicópata hay una disyunción radical: «la realidad o yo».
El psicópata conoce la realidad en igual medida que cualquier otro tipo de persona pero, su relación con ella, presenta una diferencia crucial y es que se caracteriza por una instrumentalización estructural.
Los balances entre la subjetividad y la objetividad que configuran sus actitudes son resultado de una hipertrofia de la subjetividad del yo que se impone sobre la realidad tal como es o cómo viene dada, de tal forma que el yo y la realidad no se aúnan sino que permanecen quirúrgicamente divorciados de tal forma que concibe la realidad como una materia prima cuya forma debe darla él en todo momento.
Así, parte de un desprecio notable hacia todo lo real y de un aprecio sobresaliente hacia sí mismo, valoraciones en las que funda su disposición radical a controlar y someter todo lo que queda fuera de su órbita subjetiva.
Esa posición equivale a juzgarse a sí mismo como lo único real e inamovible, mientras todo lo exterior, al considerarlo plástico y maleable, queda a un nivel sub-real, irreal o como mero campo de objetos sobre el que materializar sus designios.
La actitud troncal de blindarse contra cualquier potencial influencia (ciertamente real) que pudiera dotarle de alguna forma procedente del exterior, no elegida por él mismo, proviene de juzgar que acomodar su propio ser a cualquier realidad exterior implica rebajarse a sí mismo, pasando de ser sujeto absoluto a objeto de algún sujeto exterior.
Es obvio que toda esta configuración de sus relaciones «yo—realidad» está presidida por un funcionamiento radicalmente subjetivo y hostil en la mecánica de producción de sus juicios de valor.
El origen mismo de esa configuración comienza en el prejuicio valorativo troncal de su yo al que asigna un valor absoluto y exclusivo. El resto de juicios de valor sobre cualquier objeto que no sea él mismo quedan determinados por dicho componente subjetivo.
Tales juicios incluyen varias categorías. La primera es el desprecio estructural de todo lo que no sea él mismo. La segunda incluye juicios de valor positivos de toda forma de instrumentalización que considere eficaz o exitosa. La tercera, una valoración, extremadamente negativa de cualquier sujeto que tenga una posición predominante sobre él mismo. La cuarta, la valoración negativa de cualquier ser, cosa o circunstancia que se oponga a sus deseos o de cualquier ser real “duro” que le oponga resistencia.
De su esencia de poder sobre lo otro se desprende la creencia de posesión y apropiación de cualquier ser o cosa exterior que haya caído bajo su dominio. Las cosas y personas, que son de suyo, pasan a ser suyas
Otra creencia estructural del psicópata es que no tiene deberes y solo tiene derechos. La ausencia de deberes implica la creencia de que ni él, ni nada de él, se debe a nadie, y que él tiene todo el derecho, y los demás el deber, de servir a sus intereses. En esta, como en tantas otras áreas, la asimetría entre el «yo» y el «tú» es extrema.
Dada su configuración anti-real, niega cualquier atisbo de realidad a leyes morales universales. De una simple materia prima, como juzga lo real, no puede derivarse regla ética o moral alguna que deba imponerse sobre el ser humano en general y sobre él mismo en particular. Aquellas personas que se atengan a reglas morales son estúpidas y están a su merced para ser utilizadas.
Por lo tanto, el bien y el mal son invenciones fabricadas por seres inferiores que se dejan someter por el poder que las engaña. Ese relativismo moral, que en el fondo es un subjetivismo valorativo extremo, permite hacer los juicios a la medida de los propios intereses sin que haya realidad moral alguna a la que estos se deban someter.
Con respecto a la verdad ocurre lo mismo. Dado que juzga la realidad como mera materia prima, no admite verdades absolutas sino verdades subjetivas. La verdad para cada cual es aquello que quiera o le parezca, pero no hay una realidad objetiva que sirva de patrón de contraste para los juicios de verdad o falsedad.
De hecho, no concibe la noción de mentir como una ocultación de la realidad, sino como un instrumento más para fabricarla en plena libertad. Además, si con lo que diga genera irrealidad en otras personas, disfruta con hacerlo pues esa irrealidad es creación suya.
Tampoco tiene referente real el principio de no contradicción —considerado por Aristóteles como el primer principio—. Por lo tanto, las cosas pueden ser y no ser, ser de un modo y ser de otro, ser iguales entre sí y también diferentes. Todo depende del sujeto que las considere.
De hecho, no admite ningún principio real, ya que eso supondría subordinarse a él, lo cual entraría en colisión con la creencia de que él está por encima de todo.
La clave: no someterse en modo alguno a la realidad, sino someter a la realidad y fabricarla a su antojo.
Y dado que él está por encima de todo y de todos, al tiempo que es absolutamente libre de la realidad, “su verdad”, sus juicios, sus intereses, sus actitudes, etc., constituyen el patrón unívoco que todos los demás deben aceptar y obedecer.
Pero ese modo de tratar con la realidad en cuanto a tal resulta extremadamente destructivo, ya que la realidad no es una materia prima, a veces se le opone con su propia estructura y debe desestructurarla para conseguir malearla, lo cual conlleva una violencia constante que empieza en su auto-divinización, su subjetividad valorativa, etc., y desemboca en múltiples formas de destrucción de todo aquello con lo que entra en relación.
La clave, por tanto, reside en el origen de esa infinita soberbia que deriva de una autoestima irreal, originada al ser inyectada desde el exterior por la figura de seguridad que conformó inicialmente su yo, figura que, en la mayor parte de los casos, es la madre.
Una valoración absolutamente positiva, incondicional e infundada que configura una estima de sí mismo fatua, absurda, inconsistente, sin base real alguna y, lógicamente narcisista, que se conjuga con el desprecio igualmente incondicional del resto del mundo y la implantación del fin vital de conservar esa supremacía no obedeciendo a nada ni a nadie y mandando sobre todo y sobre todos.
Ahora bien, por esa misma estructura, la probabilidad de que muchos psicópatas accedan al poder en parejas, familias, grupos, sociedades o naciones, instrumentalizando o destruyendo a posibles competidores reales, es muy alta, ya que no hay otros tipos de personalidad que compartan su desprecio extremo por la realidad, aunque haya otras categorías con defectos importantes.
Sociológicamente, el problema más grave es que consigan imponer en la sociedad, como costumbres normales, sus modos de ser, valorar, guerrear, instrumentalizar, violentar, etc., y que las personas que se resistan a esa conversión padezcan serios problemas existenciales.
Cuando su anti-realismo se difunde a grandes áreas de la población, la sociedad se corrompe, psicológica y moralmente, hasta niveles que una sociedad propiamente dicha no puede resistir y acaba rompiéndose disgregada y plagada de múltiples formas de violencia. La promoción del anti-realismo a gran escala y en múltiples hábitos de relación y de conducta, implica la generación de una sociedad anti-real que, por definición, es imposible y, por tanto, inviable.
Si para satisfacer la necesidad de socializarse, los niños, adolescentes y adultos jóvenes han de comulgar con la rueda de molino del anti-realismo, lo harán, por el simple hecho de que, sobre todo en esos grupos, es una necesidad para el desarrollo.
Por último, si la “sociedad” posee altas dosis de anti-realismo y hay que creer en la sociedad, la corrupción general acorde con el anti-realismo resulta inevitable, exactamente igual que ocurre allí donde imperan las mafias en los más altos estratos de la política y la gestión pública.
Que descripción más buena y exacta de lo que está sucediendo en estos momentos, una psicopatía a nivel mundial. Gracias.
A nivel mundial hay una pugna entre psicopatía y poblaciones reales.
Gracias por tu comentario.
Hola Carlos
Enhorabuena por tu nuevo artículo sobre la Psicopatía y la Sociedad. Haces una descripción muy clara de los rasgos principales del anti real y un recorrido sobre los transcendentales y principios de Realidad (condiciones necesarias para que algo sea Real) que demuestra claramente que son contrarios a la Realidad y que están fuera de ella. No se someten a la Realidad sino que la someten y fabrican como muy bien dices,
Son extremadamente destructivos para Realidad pues es uno de sus objetivos principales, Evidentemente, el anti realismo corrompe la sociedad y al Ser Real. Es una clara y decepcionante descripción de la sociedad actual en que vivimos. Sin embargo, yo creo que lo importante es que los Seres Reales sigamos conociendo la Realidad y existiendo en ella y mostrando a la sociedad la Realidad y sus principios con nuestros modos de Ser y de Existir aunque sé que no es tarea fácil pues siempre tendremos a los anti-reales enfrente para destruir toda Realidad que perciban.
Gracias nuevamente Carlos por compartir con nosotros tus reflexiones
Jesús
Magnífico enfoque del problema.
Muchas gracias por el comentario.
Me suena familiar. Qué pena. Gracias
Cada vez se esconden menos, se manifiestan más. Están crecidos, saben que la sociedad cada vez está más habituada al anti-realismo y se está normalizando. De ahí que te resulte familiar.
Gracias por el comentario.
Hola de nuevo Carlos
Gracias por este retrato tan exacto. Creo como hipótesis que el psicópata es el resultado de un hogar en donde uno o ambos padres se sienten víctimas injustificadas de la sociedad a la que guardan un gran resentimiento y frustración, pues son conscientes de sus limitaciones para ‘luchar’ contra ella. Son personas narcisistas pero no psicópatas. Proyectan en su hijo ese resentimiento y valoración negativa del otro además de una hipervaloracion positiva y jamás restrictiva de él. Así su hijo estará preparado para lidiar en un mundo de inferiores, cuyas primeras manifestaciones son el bullying en el colegio.
Esta historia causal explicaría, creo, las características que defines y también la epidemia de malos que sufrimos hoy, hijos de tantas personas auto victimizadas y desengañadas de una sociedad que no pudo cumplir sus promesas de satisfacer sus derechos humanos.
Un abrazo
Hola Nacho.
En mi opinión hay que distinguir entre la personalidad anti-social y la personalidad anti-real.
La hipótesis que planteas se adapta más al modelo de personalidad anti-social que al de la anti-real. En ese caso, la persona no solo se cree víctima de la sociedad o la familia, sino que esa creencia les produce resentimiento y sus acciones se deben más ese rencor justiciero que a otros factores de tipo psicopático.
En el caso del modelo psicopático no hay sentimientos de víctima aunque a veces los simulan para justificar sus agresiones. Su educación es más parecida a una divinización. A veces incluye una actitud servil de la figura formadora aunque en otras hay una igualación de ambos miembros.
Hoy en día, el paidocentrismo cultural es un eje importante de la pedagogía social que lo fomenta, pero aún más lo es el lamentable ejemplo de los adultos que viven de espaldas a los principios reales.
En cuanto al acoso escolar es fácil encontrarlo en ambos tipos de personalidad.
No obstante, el análisis diferencial en cada caso a veces no es evidente y hay que profundizar en él y tener cierta experiencia para conocer de qué tipo de trata.
Muchas gracias por tus aportaciones. Un abrazo.
Muchas gracias por la aclaración. Es obvio que me expliqué mal. La actitud antisocial pertenece solo al progenitor y no a su hijo que es el resultado conjunto del narcisismo del progenitor (los demás son inferiores), más la extrema valoración positiva que hace de su hijo. Así para el hijo el mundo queda configurado como una sociedad de inferiores de la que sólo se distingue él mismo. Por tanto, no se siente víctima de los que, por su inferioridad no podrían dañarle, pero en tanto ser superior se cree con derecho a manipularlos y dañarlos a su antojo.
En mi humilde opinión, que quiero contrastar contigo, los dos factores básicos que explicarían la conducta psicopática, una extrema minusvaloracion de los demás (hasta el punto de considerarlos casi de otra especie, sobre los que no cabe empatía alguna) más una hipertrofia de su autoconcepto, encontrarían explicación causal en el doble mensaje de un progenitor, antisocial, narcisista e hipervalorador de su hijo en quien, quizás, proyecta sus deseos de venganza y omnipotencia sobre la sociedad. Espero haberlo explicado ahora un poco mejor.
Muchas gracias !!!
En cuanto al progenitor, el trastorno antisocial de la personalidad no encaja bien con el narcisismo, tal como ambos lo entendemos, precisamente por lo que comentas más adelante al respecto del narcisismo que se define por una identidad personal positiva hipertrofiada y una actitud de desprecio hacia el entorno. De hecho, el trastorno antisocial se genera porque ha fallado estrepitosamente la familia y en muchos casos la sociedad, causando sufrimiento a lo largo del desarrollo, lo cual se deriva en una lucha individual por la supervivencia en el mundo. Por ejemplo, un niño que se vea obligado a vivir en la calle con una mínima o nula protección familiar, ha de hacer frente con hostilidad a quienes compiten contra él. Sin embargo, cuando forma parte de pandillas, no necesariamente las lidera y suele generar empatía e incluso amistad con sus colegas.
Por otro lado, ese tipo de personalidad no suele destacar por querer mucho a sus hijos, ni mucho menos por hiper-valorarlos, sino que tienen mayor tendencia a desatenderlos.
Por eso el esquema de progenitor que planteas, compuesto de los componentes: antisocial, más narcisismo, más valoración positiva del hijo, no genera al psicópata narcisista.
De hecho la personalidad narcisista propiamente dicha, lejos de ser un trastorno de la personalidad, coincide exactamente con los rasgos distintivos del psicópata que es un sujeto trastornador de terceros.
En cuanto al origen de la psicopatía, analicé diferentes hipótesis en la obra “Realidad y psicología humana”, en el libro II, “Realidad, anti-realismo e irrealidad”, capítulo IV, apartado “El origen del ente anti-real” (pp. 563-625). Dichas hipótesis eran: 1) Hipótesis de producción accidental del ente anti-real, que tenía dos posibilidades: 1.1) Dificultades accidentales: una identidad anómala impidiendo la realización, y 1.2) Hipótesis de la detención del desarrollo ontogenético en una fase temprana; 2) Hipótesis de reproducción intencional del ente anti-real, 3) Hipótesis de producción desde el patrón formativo de sobre-indulgencia, y 4) Hipótesis de un déficit en el desarrollo moral. En ese mismo apartado incluí una reflexión bajo el título “¿Qué papel pueden tener la moral y la ética en nuestra especie?”.
Es obvio que todas esas modalidades formativas pueden contribuir parcialmente como factores de producción de cada psicopatía, aunque, en mi opinión son decisivas la 3) y la 4).
Otro análisis que podría aclarar dudas es el que expuse en el libro III de esa misma obra, “Los trastornos humanos de irrealidad”, Parte IV; Capítulo VIII, Sección I, con el título “¿Existe el trastorno del ente estructuralmente benignado?” (pp. 823-827), en el que respondí que no hay un trastorno “narcisista” de la personalidad, ya que los rasgos que se le atribuyen, siendo los más visibles, pero no los únicos que lo caracterizan, forman parte de la psicopatía pero van acompañados del resto de componentes psicopáticos.
De hecho los formadores psicópatas pueden dar lugar a todos los tipos de trastornos de la personalidad en sus descendientes, pero también y con similar probabilidad, reproducir la propia psicopatía en sus hijos. Todo depende los intereses que tengan en cada caso.
No obstante, la psicopatía también puede provenir del modelo de producción desde el patrón formativo de sobre-indulgencia, que no implica necesariamente que el progenitor sea psicópata.
La inmensa mayor parte de los trastornos de la personalidad conllevan un enorme sufrimiento personal a lo largo del desarrollo, pero no la psicopatía que lejos de haber sufrido (como sí le ha ocurrido al trastorno anti-social) por regla general ha sido tratado absurdamente bien e incluso, en muchos casos llegan a maltratar seriamente a sus propios padres.
Por último subrayar la enorme diferencia que hay entre el concepto anti-social y el anti-real. Precisamente es el carácter no real de la sociedad o familia en la crece el niño anti-social lo que explica sus actitudes y su modo de ser. Pero en el caso del anti-real no tiene nada que reprochar que sea parecido al ambiente formativo de aquel. Odiar la realidad es, casi se podría decir, una actitud de índole espiritual que supera con creces el plano meramente psicológico.
Siento haberme extendido tanto y, aun así, comprendo que estos asuntos tan complejos no se pueden llegar a exponer con la claridad que requieren en este breve espacio.
Muchas gracias a ti.
Muchas gracias por tu tiempo. Tengo el módulo 6 en el que vienen las referencias que indicas. Las leeré con atención.
Si sigues teniendo dudas me lo dices. No hay ningún problema.
Un abrazo
gracias,como siempre,por tus comentarios
espero estos correos con alegria
También a mí me alegran tus comentarios.
Lo que dices es todo verdad. La frase que más me gusta es «Odiar la realidad es, casi se podría decir, una actitud de índole espiritual que supera con creces el plano meramente psicológico».
Gracias por el comentario.
Ya que habéis sacado el tema del acoso escolar, tan de moda en estos últimos tiempos (hasta que el Covid absorviera todo el protagonismo de lo existente), voy a hacer algún breve apunte.
En general, en la sociedad actual, aquel que exagera sus sentimientos, que puede convencer al otro de que estos son verdaderos, es quien acapara la atención. Por lo general en esta sociedad aquel que acapara la atención, es el más escuchado, y posiblemente el que más transciende.
Los seres anti-reales traspasan límites que no lo hacen los que no lo son. Creo que estos límites son; no teatralizar de manera tan creíble como los que buscan perjuicios de otros, y no dañar al otro de la misma manera que los seres anti-reales dañan a sus opuestos.
Dicho esto, estoy convencido que hay bastante más casos de acoso escolar que son realmente «teatralizaciones», que los que verdadermente son un acoso real.
Hola Carlos. Lo primero saludarte y darte las gracias por la información tan valiosa que voy encontrando en tu blog. Perdona que comente tan tarde en este hilo de respuestas al artículo, pero lo que habéis dialogado es especialmente interesante para mí y me tiene reflexionando sin parar desde que lo he leido.
Me pregunto en qué estado de irrealidad tiene que estar una persona para producir un hijo psicópata sin ser el/ella un psicópata, porque siempre he pensado que cuando había una base de amor, aunque la persona estuviera muy dañada, e inevitablemente educara a sus hijos desde sus problemas personales (depresiones, bipolaridad, esquizofrenia…) no era posible producir un psicópata. Pensaba que sólo podía producirlo otro/os psicópatas o en situaciones accidentales. Por eso, me sorprende ver la cantidad de daño que pueden hacer personas irreales a sus hijos, y a veces me parece muy difícil diferenciar a éstas de los psicópatas.
He entendido de este artículo que para que un ente sea un psicópata debe haber un trato positivo del educador o educadores…entonces ¿desde el desprecio y la falta de atención, no es posible producir un psicópata? Yo pensaba que podía iniciarse así: que desde la falta de atención y el desprecio del progenitor psicópata, podía generarse en el hijo un resentimiento y odio hacia los hermanos, como culpables de su situación y de que él carezca de los atributos de un ser, y que ese odia se traspasaría de los hermanos a los seres humanos en general. Y que desde ese odio naciera el desprecio y el derecho sobre ellos (superioridad). Pensaba que ese podía ser el orígen….aunque luego fueran entendiendo que los seres humanos no les han quitado nada, sino que ellos son “otra especie” y que usen a las personas como materia prima, como dices el tu texto. Quizá lo que yo estoy describiendo es un ser antisocial…pero a veces parece que se comportan como psicópatas y me parece difícil diferenciarlos.
A veces una madre produce tanto daño con sus psicosis en sus hijos, que me cuesta diferenciar si estoy ante una madre psicópata o ante un ente con un trastorno de objetualidad esencial negativa extremo o ante una esquizofrenia…de modo que la madre se comporta de una tal manera, que ejerce violencia sobre la estructura de personalidad de su hijo/a causando estragos.
Gracias por todo! Saludos!
En el libro 2 de Realidad y psicología humana expuse las diferentes hipótesis sobre los posibles orígenes de las psicopatías. Pp. 557-619.
También están en el módulo 6 de La naturaleza real del ser humano y sus alteraciones pp. 455-554.
Tal vez te ayuden a aclarar lo que te planteas.
Muchas gracias. Lo leeré a fondo. Saludos!