¿Quién es Peter Pan?
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Llaman cuento al texto de James Barrie que lleva por título Peter Pan [i] y que ha estado expuesto de múltiples modos y maneras, a disposición del público, adulto e infantil, a lo largo de todo el último siglo y continúa estándolo en el presente.
Dada su complejidad y su impacto potencial, debido a su difusión y al ilimitado sector del público al que se ofrece, creo que puede valer la pena hacer un cierto análisis del mismo.
Empecemos por analizar el significado del apellido del protagonista: Pan. No parece que sea casual que dicho nombre coincida exactamente con el de una divinidad de la antigua mitología Griega.
Podemos ver la entrada Pan, y la de Fauno, emparentada con él, en una Enciclopedia de la Mitología [ii] en la que se ofrece la siguiente descripción de Pan:
«Dios agreste corría por los montes persiguiendo a las ninfas con más o menos fortuna. Si Pitis le fue propicia, Sirinx, en cambio, se cambió en cañaveral para escapar a sus asiduidades. Pan se consoló cortando algunas cañas con las que hizo una flauta a la que dio el nombre de la ninfa (Sirinx = Siringa). Dios malicioso, Pan se divertía haciendo súbitas apariciones para asustar a los viajeros y provocar lo que luego se llamó el “pánico”… (Ov. XI, XIV).»
La iconografía de Pan, tal como se expone en la obra citada, es muy numerosa: a) Sátiro con nariz corva, cuernos y patas de chivo, perilla, cola y cuerpo velludo, de aspecto más humano en las imágenes más antiguas. b) Un bello joven desnudo, de orejas pequeñas coronado de olivo, la siringa en la mano derecha y un bastón en la izquierda, sentado sobre una roca tratando de embelesar a tres ninfas con su música, c) Un diablo de los bosques, peludo y jugando con un cabrito., d) En ánforas griegas, Pan aparece pintado acompañado de un muchacho…
En la entrada Fauno (que a veces se identifica con Faunio), en la obra citada se dice de ese dios itálico que… «A veces asustaba a los humanos con malos sueños y entonces recibía el nombre de Incubis (= pesadilla).»
Por su parte un sátiro es: 1) Mordaz, propenso a zaherir y motejar, 2) En la mitología grecorromana, divinidad campestre y lasciva, con figura de hombre barbado, patas y orejas cabrunas y cola de caballo o de chivo, y 3) Hombre lascivo.
Una vez explicado lo que puede significar Pan, examinemos de dónde proviene el nombre de Peter del protagonista de la narración de James Barrie. Al parecer Barrie, acostumbraba pasear por los jardines londinenses de Kensington y allí vio por primera vez a los hermanos Llewelyn Davies, en los que se inspiró para elaborar el personaje de Peter Pan.
Lo cierto es que la historia de los niños de la familia Llewelyn Davies fue trágica y que Peter Davies, de quien parece que Barrie tomó el nombre de Peter para su personaje Peter Pan, se suicidó ya de adulto, tirándose a las vías del metro.
El texto de Peter Pan comienza del siguiente modo:
«Todos los niños crecen, excepto uno. No tardan en saber que van a crecer y Wendy lo supo de la siguiente manera. Un día, cuando tenía dos años, estaba jugando en un jardín, arrancó una flor más y corrió hasta su madre con ella. Supongo que debía estar encantadora, ya que la señora Darling se llevó la mano al corazón y exclamó: -¡Oh, por qué no podrás quedarte así para siempre!» (ibíd., p. 9)
Dicha exclamación contiene un significado que no es la única que vez que es referido en el relato. El propio personaje Peter Pan manifiesta reiteradas veces esa misma actitud contraria al crecimiento y el desarrollo de los niños.
Por ejemplo, la expresa cuando la niña le pregunta a Peter su edad y él responde:
«―No sé –replicó incómodo-, pero soy muy joven.
En realidad no tenía ni idea; sólo tenía sospechas, pero dijo a la ventura:
―Wendy, me escapé el día que nací.
[…] ―Fue porque oí a papá y mamá ―explicó en voz baja―, hablar sobre lo que iba a ser yo cuando fuera mayor.
―No quiero ser mayor jamás ―dijo con vehemencia―.
Quiero ser siempre un niño y divertirme. Así que me escapé a los Jardines de Kensington y viví mucho, mucho tiempo entre las hadas.» (ibíd., p. 42)
No obstante, cuando nació Wendy, sus padres habían dudado seriamente si se la podrían quedar, o no, y para decidirlo el padre hizo un estudio económico exhaustivo de la viabilidad de la crianza de la niña.
Dichos cálculos, expuestos en el relato, distan mucho de lo que los niños de corta edad podrían asimilar, habida cuenta de que, su viabilidad vital y existencial, se encuentra en una etapa de especial dependencia del amor de sus padres hacia ellos.
El simple hecho de creer que su seguridad depende de unas cuentas de economía doméstica, podría generarles angustia de separación, totalmente infundada en la inmensa mayoría de los casos.
Ahora bien, resulta asombroso el trabajo empleado por Barrie, destinado a elaborar el personaje de Peter Pan mediante un riquísimo conjunto de características personales, de entre las que su aversión a hacerse adulto, no parece ser la única importante. Si el libro se considera un cuento infantil, no resulta fácil encontrar otro con una definición tan amplia de la “personalidad” figurada del protagonista.
Así, Peter Pan se presenta como un niño que se apropia de méritos de otros, desagradecido y engreído: «Por desgracia, ya se había olvidado de que debía su felicidad a Wendy. Creía que él mismo se había pegado su sombra. / ―Pero qué hábil soy –se jactaba con entusiasmo-, ¡pero que habilidad la mía!» (ibíd., p. 49)
A Peter parece no gustarle nada la verdad, ni que los niños conozcan la realidad, y si creen algo verdadero cometen un crimen: «Mira, los niños de hoy en día saben tantas cosas que dejan pronto de creer en las hadas y cada vez que un niño dice: «No creo en las hadas», algún hada cae muerta.» (ibíd., p. 43)
Peter manipula a Wendy para que se vaya con él al País de Nunca Jamás donde habitan los niños perdidos:
«Son los niños que se caen de sus cochecitos cuando la niñera no está mirando… Yo soy su capitán.
― ¡Qué divertido debe ser!
― Sí –dijo el astuto Peter-, pero nos sentimos bastante solos. Es que no tenemos compañía femenina.
― ¿Es que no hay niñas?
―Oh, no, ya sabes, las niñas son demasiado listas para caerse de sus cochecitos.
Esto halagó a Wendy enormemente.
―Creo –dijo-, que tienes una forma encantadora de hablar a las niñas…” (ibíd., p. 45)
[…]
Él hablaba con enorme astucia.
―Wendy –dijo-, cuánto te respetaríamos todos.
Ella agitaba el cuerpo angustiada. Era como si intentara seguir sobre el suelo del cuarto.
Pero él no se apiadaba de ella.
― Wendy –dijo el muy taimado-, nos podrías arropar por la noche.» (ibíd., p. 48)
Al parecer, la finalidad oculta de Peter es llevarse a Wendy al País de Nunca Jamás para que haga de madre suya y de los niños perdidos.
A lo largo de todo el relato, Peter es un personaje, despótico, cruel, insensible, arbitrario… Por ejemplo, cuando van volando con Peter hacia el País de Nunca Jamás, y el niño pequeño empieza a caer en picado, se produce el siguiente diálogo:
«― ¡Allá va otra vez! –gritaba regocijado, cuando Michael caía de pronto como una piedra.
― ¡Sálvalo, sálvalo! –gritaba Wendy, mirando horrorizada el cruel océano que tenían debajo. Por fin Peter se lanzaba por el aire y atrapaba a Michael justo antes de que se estrellara en el mar y lo hacía de una manera muy bonita, pero siempre esperaba hasta el último momento y parecía que era su habilidad lo que le interesaba y no salvar una vida humana. También le gustaba la variedad y lo que en un momento dado lo absorbía de pronto dejaba de atraerlo, de modo que siempre existía la posibilidad de que la próxima vez que uno cayera él lo dejara hundirse.» (ibíd., p. 56)
Peter es un asesino, al parecer, vocacional. Su afición principal en el País de Nunca Jamás, consiste en matar:
«― ¿Queréis correr una aventura ahora –le preguntó a John muy tranquilo-, o preferís tomar el té primero?
Wendy dijo «el té primero» apresuradamente y Michael le apretó la mano agradecido, pero John, más valiente titubeaba.
― ¿Qué clase de aventura? –preguntó con cautela.
― Tenemos un pirata dormido en la pampa justo debajo de nosotros –le dijo Peter-. Si quieres, bajamos y lo matamos.
― No lo veo –dijo John tras una larga pausa.
― Yo sí.
― Imagínate que se despierta –dijo John con la voz algo ronca.
Peter exclamó indignado:
― ¡No pensarás que lo iba a matar dormido! Primero lo despertaría y luego lo mataría. Es lo que siempre hago.
― ¡Caramba! ¿Y matas muchos?
― Miles.» (ibíd., p. 63)
Y así, el supuesto cuento sigue y sigue, en un contraste exacerbado entre la inocencia de John y Michael, con el personaje de Peter Pan, que resulta ser el héroe, supuestamente admirable del relato, un héroe que, sin duda, produce pánico.
No obstante, una de las partes más ambiguas del libro se produce en los capítulos titulados El hogar feliz y El cuento de Wendy (ibíd., pp. 29-149). Wendy quiere ser la mujer de Peter y la madre de los niños perdidos y de sus dos hermanos, mientras Peter, juega a ser el padre para complacer a Wendy, si bien, lo que quiere es ser su hijo.
Primero Wendy habla de Peter como si fuera el padre de los niños perdidos: «Papá sabe lo que más os conviene…»
Los niños perdidos tienen a la niña Wendy por su madre, y ésta les tiene por sus hijos: « ¿Te has bebido ya la calabaza, Presuntuoso, mi amor? —No del todo, mamá-… […] Dios mío, Dios mío —exclamó Wendy—. Estoy convencida de que a veces los hijos son más un problema que una bendición.».
Además, Peter y Wendy se comportan como si fueran los padres de los niños perdidos. En una escena de la “familia” al completo, empieza hablando Wendy:
«—Querido Peter –dijo-, con una familia tan grande, como es lógico, ya no estoy tan bien como antes, pero no deseas cambiarme, ¿verdad?
―No, Wendy.
―Claro que no deseaba un cambio, pero la miró inquieto, parpadeando, ¿sabéis? Como si no estuviera seguro de estar despierto o dormido.
―Peter, ¿qué te pasa?
―Estaba pensando -dijo él un poco asustado-. Es mentira que yo sea su padre, ¿verdad?
―Oh, sí –dijo Wendy remilgadamente.
―Es que -continuó él como excusándose-, ser padre de verdad me haría sentirme muy viejo.
―Pero son nuestros, Peter, tuyos y míos.
―Pero no de verdad, ¿no Wendy? –preguntó angustiado.
―Si no lo deseas, no – replicó ella y oyó claramente el suspiro de alivio que soltó él.
―Peter –le preguntó, tratando de hablar con voz firme-, ¿cuáles son tus sentimientos concretos hacia mí?
―Los de un hijo fiel, Wendy.
―Me lo figuraba –dijo ella y fue a sentarse al otro extremo de la habitación.
―Qué rara eres –dijo él, francamente desconcertado-, y Tigridia es igual. Dice que quiere ser algo mío, pero no mi madre.
―No, claro que no –replicó Wendy con tremendo énfasis. Ahora ya sabemos por qué tenía prejuicios contra los pieles rojas.»
Cuando Wendy se plantea la vuelta de ella y sus dos hermanos a la casa de sus padres, y se lo dice a Peter, este piensa: « ¡Ni decirse un «siento perderte»! Si a ella no le importaba la separación, él, Peter, le iba a demostrar que a él tampoco. / Pero por supuesto le importaba mucho y estaba tan lleno de ira contra los adultos, quienes, como de costumbre, lo estaban echando todo a perder, que nada más meterse en su árbol tomó a propósito aliento en inspiraciones cortas y rápidas a un ritmo de unas cinco por segundo. Lo dijo porque hay un dicho en el País de Nunca Jamás según el cual cada vez que uno respira, muere un adulto y Peter los estaba matando en venganza lo más deprisa posible.»
En definitiva, el héroe de este cuento detesta crecer y hacerse adulto —lo cual es lo más antinatural que pueda experimentar un niño—; se escapó de su casa, nada más nacer, para quedarse en la infancia; es deshonesto; desagradecido; engreído; manipulador; despótico; cruel; rencoroso; insensible; arbitrario; sádico; asesino, y, para colmo, intercambia ficciones y verdades, promoviendo la fantasía en detrimento de la verdad, a la que odia…
Wendy, una niña en el cuento, parece que lo único que quiere en la vida es ser la mujer de Peter, y ser madre. Además, se pone extremadamente celosa, al igual que Campanilla, cuando percibe que a Peter le pueda atraer otra mujer/niña, el cual, a su vez, reniega de ser adulto y de ser padre…
Por lo tanto, los roles, las edades, los contextos familiares, las relaciones,… todo el entramado es susceptible de generar una inmensa confusión en el público infantil, lo que, unido al atractivo del héroe, al que los niños querrían imitar, pone de relieve una obra digna de servir de contraejemplo para ayudar a los niños a que se realicen.
Me pregunto, si no será excesivo el entusiasmo que se ha puesto en este extraño relato, al hacer de él un espectáculo cinematográfico en múltiples versiones, cuya difusión no disminuye con el paso del tiempo, sino todo lo contrario.
Como cuento, es tan absurdo, que no es raro que se quede inserto en la memoria infantil y continúe allí de por vida, sin que sus víctimas sepan a qué se pueda deber tan pertinaz adherencia.
[i] BARRIE, JAMES M.; Peter Pan; traductora Nazaret de Terán Bleiberg; Alianza Editorial, S.A., Madrid, 2010
[ii] Ver entradas “Pan” y “Fauno” en: VAN AKEN, ALBERT, BOTTÉ, LUCE Y LEEMAN, MARGO (redacción); Enciclopedia de la Mitología. Dioses y héroes de las mitologías griega, romana y germánica; versión española de Emilio Gascó Contell; Afrodisio Aguado, S.A. Editores-Libreros, Madrid, 1967
Hoy en día está de moda el culto a la infancia. No madurar, no realizarse como persona y no pensar. Los niños parece que son los reyes de la sociedad y de las casas. En la escuela no pasa nada si no llevan sus deberes hechos, ya que se les aprueba igual, y buena parte de su vida se centra en sus videojuegos favoritos.
El ser humano está hecho para ser niño al principio, y evolucionar a lo largo de la vida. Si se queda en un pensamiento de fantasía, que no es real, no evoluciona.
Por otro lado, alguien con pensamiento de simple fantasía, no tiene claras cómo son las cosas en la vida, y en conclusión, es más fácil de manipular.
¡Qué poco se habla de madurez y desarrollo personal! Es más, casi nadie define esto, y hasta parece que no existe. Sin embargo, la tierna infancia se venera. Si un niño se pone pesado con que quiere una cosa que no se le puede dar, se dice que es un pesado, pero majo. No se le explican las razones de porqué no se le puede dar eso, y que tiene que comportarse correctamente y trabajar para conseguir cosas en la vida. Los niños hoy en día son mimados y consentidos, sin enseñarles principios básicos en la vida como son esforzarse a diario, y pensar regidos por la realidad. Esto de pensar, no se les enseña, generalmente, ni en casa ni en el colegio.
La pregunta que me hago es: ¿qué generación se está formando? No conocen las diferentes corrientes de pensamiento que han existido a lo largo de la historia, se les venden mundos artificiales (o fantasías) en los medios de comunicación (manipuladores y violentos, como en películas donde generalmente el más listo es el que queda por encima del otro y es un héroe con poderes o poder), no se les enseña a ser realmente autónomos, y parece que está claro que solo pueden pensar de acuerdo a la ideología dominante para causar buena impresión de manera artificial.
El culto a la infancia es un fraude a esos mismos niños que les dificultará hacerse personas adultas.
Excelente análisis